Como docentes, tenemos la posibilidad —y la responsabilidad— de enseñar a nuestros estudiantes no solo a pensar, sino también a sentir, comunicar, cooperar y decidir con conciencia.
En esta guía, te compartimos ideas concretas y herramientas simples para llevar el ASE al aula, sin necesidad de grandes recursos, pero sí con intención y constancia.
1. Comenzar por uno mismo
Clave: El punto de partida del ASE es el propio docente.
- Observá tus emociones: ¿Cómo reaccionás frente al conflicto, la frustración o el silencio en el aula?
- Modelá con el ejemplo: Los estudiantes aprenden más por lo que ven que por lo que se dice.
- Hacé pausas para registrar cómo estás antes de entrar al aula. Un docente equilibrado contagia calma.
2. Dedicar tiempo al clima emocional del grupo
Un aula donde los chicos se sienten seguros, escuchados y respetados es terreno fértil para cualquier aprendizaje.
- Comenzá la jornada con una “ronda emocional” breve: cada estudiante puede compartir en una palabra cómo se siente.
- Establecé acuerdos de convivencia reales y cocreados, no bajados como reglas externas.
- Usá lenguaje emocional: nombrar lo que se siente da poder y reduce conflictos.
3. Actividades cortas, impacto largo
Podés incluir actividades de ASE sin alterar tu planificación general:
- La caja de las emociones: Caja o frasco donde lxs estudiantes pueden dejar papelitos expresando cómo se sienten.
- Semáforo emocional: Rojo (enojado), amarillo (preocupado), verde (tranquilo). Usalo como dinámica rápida para iniciar o cerrar el día.
- Minuto de silencio o respiración consciente: Ideal después del recreo o antes de una actividad de concentración.
4. Fomentar la empatía y la escucha
No hay educación emocional sin vínculos reales.
- Proponé debates donde se escuchen opiniones diversas, cuidando el respeto mutuo.
- Leé cuentos o casos que planteen dilemas emocionales o morales y discutan en grupo qué harían en esa situación.
- En grupos de trabajo, rotá roles para que todos vivencien distintas posiciones: líder, moderador, cronista, etc.
5. Promover la toma de decisiones responsables
Tomar decisiones es una habilidad que se entrena.
- Usá situaciones de la vida diaria para pensar en las consecuencias de las acciones: desde un conflicto entre compañeros hasta cómo manejar la presión de grupo.
- Proyectos solidarios o de impacto comunitario permiten conectar emociones, valores y acción concreta.
6. Integrar el ASE a todas las áreas
El aprendizaje emocional no es una hora extra en la semana, se puede integrar a cualquier contenido:
- En lengua: analizar emociones de los personajes.
- En historia: pensar en decisiones éticas de figuras del pasado.
- En ciencias: debatir sobre dilemas ambientales con perspectiva empática.
Evaluar también lo socioemocional
Sin calificaciones, pero con seguimiento:
- Registro anecdótico de actitudes que muestran crecimiento emocional.
- Autoevaluaciones emocionales: ¿Cómo me sentí esta semana? ¿Qué hice bien en el trabajo en grupo?
- Reuniones de retroalimentación individual o en grupo centradas en la convivencia y el bienestar.
Cierre: enseñar con el corazón no es “blando”
El aprendizaje socioemocional no es opuesto a la exigencia, sino que la sostiene desde otro lugar. Cuando un estudiante sabe que puede expresarse, ser escuchado y manejar sus emociones, aprende mejor y convive mejor.
Recursos sugeridos:
- CASEL (en inglés)
- Juegos teatrales o cooperativos
- Fichas de emociones y tarjetas de comunicación no violenta
- Aplicaciones de mindfulness para chicos (como “Smile and Learn” o “Mindful Powers”)