Valuaciones en las nubes: ¿y si lo más sensato es esperar con bonos?

El mercado enfrenta alta volatilidad con el S&P 500 fluctuando entre esperanza y miedo. Alternativas como acciones de Japón y Europa lideran desempeños y el oro cobra relevancia mientras los bonos del Tesoro ofrecen rendimientos reales positivos

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El 2025 arrancó con un mercado en modo “serrucho”: sube, baja, vuelve a subir, baja de nuevo. El S&P 500 llegó a estar 9% arriba y 1% abajo en lo que va del año, y parece atrapado entre la esperanza de una economía fuerte y el miedo a que las valuaciones estén demasiado estiradas. Mientras tanto, la narrativa sigue cambiando cada semana: que si la inteligencia artificial, que si la Fed, que si los resultados empresariales, que si la geopolítica…

Y como si no hiciera falta más combustible para la volatilidad, Donald Trump volvió a escena con medidas que no pasaron desapercibidas. En las últimas semanas, endureció su discurso comercial, habló de posibles aranceles generalizados y hasta sugirió cambios en las relaciones con algunos aliados históricos. Todo eso suma ruido. No es difícil imaginar que si este tono se mantiene, podríamos ver más tensiones globales y menor visibilidad para muchas compañías que dependen de cadenas de suministro internacionales o exportaciones estables.

Pero lo más interesante es que, mientras todos los ojos siguen puestos en el mercado americano, algunas señales empiezan a surgir por fuera del radar habitual. Por ejemplo, las acciones de otros países desarrollados —como Japón, algunas plazas europeas e incluso Canadá— vienen teniendo un mejor desempeño que el S&P 500 en lo que va del año. En parte, porque arrancaron desde valuaciones mucho más razonables. En parte, porque están fuera del ruido político estadounidense. Y en parte, porque el mercado empieza a mirar más allá de los “sospechosos de siempre”.

Lo mismo pasa con el oro. Silenciosamente, ha venido subiendo con fuerza, beneficiándose del contexto de tasas reales más estables, inflación contenida pero persistente, y un dólar que no termina de definir rumbo. No es descabellado pensar que muchos inversores globales están buscando coberturas frente a la incertidumbre política y monetaria que se avecina.

Y ahí aparece la pregunta de fondo: con tasas de interés aún altas, ¿tiene sentido seguir corriendo detrás de las acciones más caras del mundo? ¿O es momento de considerar otras alternativas?

Los bonos del Tesoro siguen ofreciendo rendimientos reales positivos. No es una inversión sexy, ni genera titulares, pero en este contexto puede ser una decisión sensata. Cobran mientras uno espera. Y si eventualmente el mercado se ajusta —ya sea por razones políticas, económicas o simplemente porque las valuaciones no pueden ignorarse para siempre—, esos bonos podrían empezar a lucir bastante atractivos.

No se trata de huir de la renta variable. Pero sí de afinar el radar. Porque cuando el entusiasmo se combina con precios exigentes y la política se vuelve impredecible, muchas veces la mejor jugada es, justamente, no hacer demasiadas jugadas. Como decía Charlie Munger: “La gran riqueza no viene de la actividad frenética. Viene de sentarse y esperar a que llegue la oportunidad correcta.”

Autor: Lucas Quaranta
Magister en Finanzas - Universidad Torcuato Di Tella

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