La temporalidad de la medida le imprimió un “aroma massista” a la rebaja de retenciones a las exportaciones de granos que anunció el gobierno. 

En efecto, que la disminución de un 20% de los derechos de exportación rija hasta el 30 de julio (con la incertidumbre que eso conlleva sobre lo que ocurrirá después) y no quede firme o sea parte de cronograma de reducción, provocó que en el agro emparentaran a la medida con el diferencial cambiario que aplicó en varias oportunidades el ex ministro de Economía Sergio Massa. 

Pero en lo que a comercialización de granos se refiere, la rebaja de retenciones se trata de una medida mucho más prolija y mucho menos distorsiva para el mercado, si bien el impacto positivo para el productor agropecuario es sustancialmente menor a lo que fue la primera edición del bautizado “dólar soja”, allá por 2022. Así concluyen los operadores y analistas que consultó Rosario3.

Mercado de futuros

Al tratarse de una medida impositiva y no cambiaria ya de por sí es menos distorsiva porque no hay diferencias con los precios en pesos y en dólares. 

Con el “Dólar Soja” el ajuste por un tipo de cambio especial alteraba todos los contratos referenciados, una de las razones que tanto impacto en la coberturas en el mercado de futuros institucional y los fowards cerrados en privado. 

En efecto, los pomposamente llamados por Massa planes de “Incremento Exportador" provocaban distorsiones comerciales porque subía el precio en pesos y lo bajaba en dólares y por lo tanto las coberturas no servían.

En este caso, la mejora (vía rebaja de impuestos) alcanza a todos (suben precios en pesos y en dólares), evita distorsiones y las coberturas sirven.

Lo que sí ocurrirá es que se van a alterar algo los spreads, pero -por más que haya ganadores y perdedores- está dentro de las reglas de mercado.

Por ejemplo, en principio los futuros de “soja mayo” algo deberían subir, mientras que los de “soja noviembre” debería bajar (excepto que los operadores piensen que la baja se va a mantener), y ahí sí el pase entre posiciones puede variar mucho.

En tanto, en el mercado disponible (o spot) los corredores de granos no prevén grandes compliaciones y dolores de cabeza con las operaciones con precio a fijar que están abiertas o el pago de los forwards que ya fueron pactados en privado. Seguramente habrá cuestiones por acomodar por el ruido que mete la temporalidad de la medida, pero al menos hasta ayer a nadie le preocupaba y desvelaba el tema en la plaza Rosario.

Es cierto que altera la ecuación económica para algún lado del mostrador, y eso genera algún que otro ceño fruncido, pero -a fin de cuentas- un cambio de impuestos es algo, como puede ser un evento climático o el estallido de un conflicto bélico, un factor no previsto que altera los precios esperados.

No en vano, tanto desde el mercado a término Matba-Rofex como dede la Cámara Arbitral de Cereales de Rosario, que fija los precios de referencia para el comercio spot, le dijeron a este medio que no ven que sea necesario adecuar sus procesos a los cambios. 

Otra cuestión que le imprime más prolijidad es que la rebaja fiscal es generalizada para todos los cultivos, mientras que las mejoras cambiarias implementadas por Massa sólo beneficiaba a los sojeros, generando así una fuerte distorsión.

Es que en el agro los negocios están integrados y no son compartimentos separados por cultivo, y sin contar lo injusto del tratamiento diferencial per sé. 

También le imprime más pulcritud a la medida frente a las del gobierno anterior que su plazo de vigencia es mayor ya que atraviesa toda la “temporada alta” de comercialización de la cosecha gruesa, reduciendo la posibilidad de que se genere una avalancha de ventas que presionen los precios a la baja, como como ocurrió en el primer Dólar Soja luego de un arranque muy prometedor.

Insumos y arrendamientos

Como no hay modificación cambiaria, tampoco hay gran  distorsión en el comercio de insumos, sobre todo en los canjes. Incluso, con un buena estrategia comercial hasta puede sacar una ventaja vendiendo menos kilos de lo que proyectaron originalmente con un precio con retenciones mayores. 

Es más, como la situación está delicada con productores tratando de enderezar el barco luego de varias sequías, se espera que vendedores de insumos y semillas no busquen entorpecer a sus clientes en el intento por capturar mejoras de precios.  

En el arrendamiento puede haber algún que otro tire y afloje para ver cuánto de la mejora de precio queda en el productor y cuánto en el dueño de la tierra. Pero, al menos en la zona núcleo,  no parece haber mucho margen para que el propietario pueda subir valores que está cerrando a 19/20 quintales por hectáreas.

Exportadores ante el Banco Central

 

Ahora, que sea menos distorsivo no significa que no tengas distorsiones Y eso se debe, precisamente, a la temporalidad de la rebaja. 

Por ejemplo, los exportadores advierten del efecto nocivo de  condición que se puso al anunciarse la medida: que deberán liquidar los dólares a los 15 días de emitida la declaración jurada de ventas (por más que no se haya realizado el embarque). Y que el Banco Central va a verificar y controlar quincenalmente que eso se cumpla, habiendo multas y sanciones del organismo y del fisco para los incumplidores.

Eso quiere decir, por ejemplo, que si se declara una exportación a embarcar en diciembre se debe liquidar el dinero antes del 30 de junio, una exigencia que no se acopla a los usos y costumbres del comercio internacional.

Por lo pronto, y por más que el lunes (como se prometió) salga el decreto oficial con la medida, los exportadores no se sumarán a la nueva operatoria (que es voluntaria) hasta que el Banco Central y Arca (ex Afip) definan por escrito cuáles van a ser los mecanismos de verificación y control de la liquidaciones. Así que puede ocurrir que el arranque de la rebaja sea menos inmediato de lo previsto.

También hay un impacto negativo en las empresas que operan en el mercado interno. El plazo de vigencia, por ejemplo, altera la ecuación a todas las industrias nacionales (avícola, frigorífica, feedlots, cerdos, etc.) que compran los granos (para alimentación animal) y verán aumentados sus costos. Suba de costos en momentos de pocas ventas internas por la caída del consumo puede ser un combo fatal.

Frasco chico

Ahora, así como la medida es menos distorsiva también tiene un impacto positivo menor para el bolsillo del productor agropecuario si se la compara con el primer Dólar Soja. 

La mejora que logró Massa en el arranque fue del 40% cuando, para esta los primeros cálculos (en base al Fas Teórico) la ponen apenas por encima del 10%. Por algo, ese septiembre de 2022 está en los registros como de los de mayores tonelaje de granos comercializados en el último tiempo.

Todo eso sin contar que los exportadores y las fábricas ya están vendiendo por encima de su capacidad teórica con lo cual el margen de suba puede ser menor al esperado por los productores.

Que en los estrictamente comercial (lo simbólico y político van por otro carril, y claramente sacar retenciones siempre será mejor visto en el agro) el impacto no sea tan bueno como la medida de Massa también tiene otras implicancias. 

Al no significar una mejora económica considerable que le mueva el amperímetro, la rebaja termina siendo un alivio financiero. Pero eso también puede jugarle a favor al productor no activando masivas ventas y conteniendo la presión bajista de los precios que eso podría activar.

Igual, más allá de todo lo que diga la normativa, los cálculos que se hagan sobre el Fas Teórico, al final del día el precio se va a definir en muy buena parte por oferta y demanda. Y ese es un partido que se juega todos los días.

En definitiva, en el agro concluyen que la rebaja de retenciones es una medida buena, que suma y que sirve. “Son medidas que van en el sentido correcto”, concluyó la Bolsa de Comercio de Rosario.

La intensidad y la forma de recorrerla es lo que se debate en el sector. Están los más críticos que sostienen que, al fin de cuentas, la baja de retenciones se parece al Dólar Soja porque se lo ve al campo como una caja y lo que se busca es que se venda el stock guardado (todavía quedan 17.6 millones de toneladas de Soja 23/24 por comercializar y fijar precio) para mejorar reservas en el Banco Central.

Pero también están los que, por el contrario, son más optimistas y no solo niegan que esa sea la razón (creen que es temporal para ir monitoreando el impacto fiscal y para que el FMI no rompa lanzas) sino que además a la rebaja la ponen como otro paso decisivo en el camino a la normalización del mercado (como antes lo fueron la eliminación de los fideicomisos, de las trabas a la exportación, de la brecha cambiaria y de las dificultades para importar insumos). 

Distintos caminos para llegar al mismo final: la eliminación de las retenciones.