Las infecciones estomacales más comunes son causadas por una bacteria denominada Helicobacter pylori. Su prevalencia mundial y su papel en diversas enfermedades, hacen que estudiarla resulte fundamental.

En este aspecto y a partir de una investigación española, se dio cuenta de que el rol de la bacteria en cuestión es clave. "Su relevancia no sólo refiere a la capacidad de colonizar el estómago de aproximadamente la mitad de la población mundial, sino también a su contribución al desarrollo de patologías como gastritis crónicas, úlceras pépticas, asociación con el carcinoma gástrico y linfoma de tejido linfoide asociado a la mucosa gástrica (MALT)", resaltaron.

Infección por Helicobacter pylori

Esta bacteria suele transmitirse de persona a persona por el contacto de heces o saliva y también a través del agua y alimentos contaminados, lo que muestra la importancia de las condiciones higiénico-sanitarias en su propagación.

La patogenia de Helicobacter pylori es compleja y multifactorial porque involucra mecanismos que permiten a la bacteria evadir las defensas gástricas y provocar inflamación. Además, se resalta la capacidad de la bacteria para producir ureasa, que metaboliza la urea en amoníaco neutralizando el ácido gástrico circundante. Esto le permite sobrevivir en el ambiente ácido del estómago.

Por otra parte, la Helicobacter pylori posee mecanismos de adherencia específicos que facilitan su colonización y persistencia en la mucosa gástrica, provocando una respuesta inmunitaria que no consigue erradicar la infección, sino que contribuye a la patología mediante la inflamación crónica.

La infección crónica por esta bacteria es un factor de riesgo bien establecido para el desarrollo de úlceras gástricas y duodenales, y juega un papel crucial en la patogénesis del cáncer gástrico, el tercer cáncer más letal a nivel mundial.

Diagnóstico y tratamiento

Para su diagnóstico se usan diversas pruebas y procedimientos, como, por ejemplo, prueba de antígenos de heces, prueba de reacción en cadena de la polimerasa o PCR y prueba del aliento con urea. También la endoscopia puede resultar útil.

En todos los casos de afectados por Helicobacter pylori debe cuidarse la alimentación y realizar una dieta específica en los casos en que haya síntomas digestivos. La dieta puede mejorar los síntomas, pero no eliminará la bacteria por sí misma.

No todos los pacientes que tienen esta infección necesitan algún tipo de restricción dietética, pero es importante contar con la ayuda de un nutricionista para evitar déficits nutricionales y valorar la suplementación, en caso de comprobar que la bacteria no se ha eliminado y el tratamiento se alarga en el tiempo. Por otra parte, resulta necesario reintroducir alimentos cuando los síntomas mejoren según la tolerancia individual para llevar una dieta variada y equilibrada.

En cuanto a alimentos a descartar, la lista incluye estimulantes como el café y el té; los picantes; las bebidas carbonatadas o los jugos de naranja y tomate; los embutidos grasos; los quesos curados; el alcohol; el chocolate; los ultraprocesados, o a los alimentos y bebidas muy fríos y muy calientes, que pueden irritar la mucosa.

En conclusión, la infección por Helicobacter pylori es un problema de salud global con implicaciones significativas en la patología gastrointestinal. Comprender su transmisión, sus mecanismos patogénicos y la relación con enfermedades gastrointestinales subraya la necesidad de estrategias efectivas de prevención, diagnóstico y tratamiento para mitigar su impacto en la salud pública.

 

Fuente: EFE.