Detrás del mural hiperrealista de la chica vestida de azul creado por Martín Ron, el particular edificio que supo ser silo y desde hace ya 20 años es el Museo de Arte Contemporáneo de Rosario (Macro), en la avenida Carballo junto al río a la altura de Oroño, se vienen gestando obras de arte por fuera de los cánones, y sus artistas son ciudadanos comunes, de grandes a pequeños sin necesidad de experiencia ni conocimiento en las artes visuales.

Todo comenzó tres años atrás con “Amig( )s del museo”, una exposición de varios artistas y una serie de actividades en homenaje a la trama afectiva que sustenta las prácticas artísticas, inspirados en la noción de “tecnologías de la amistad” de Roberto Jacoby y Syd Krochmalny.

Aquella muestra fue el empujón para la creación de un lugar específico en ese museo, llamado "zona amig()", un espacio de recreación en el cual los visitantes -sin importar la experiencia artística, la edad o cualquier condición- se animen a interpretar las obras del museo, de una forma lúdica, reflexiva y creativa, experimentando con los lenguajes y prácticas de las artes contemporáneas, y construir algunos de los múltiples sentidos que proponen la muestra y sus obras.

Las versiones que los visitantes dejaron de las obras expuestas a fin de mayo en el Macro.

Así se fueron sumando grupos enteros de chicos desde escuelas, alumnos de otras instituciones, familias y ciudadanos sueltos, que pusieron manos a la obra y dejaron sus huellas. En busca de romper la lógica canónica de visitantes pasivos y recorridos informativos, desde el Macro promovieron este dispositivo con intercambio de saberes y conocimientos con artistas mediadores, en un ambiente amigable y relajado.

Los asistentes desde entonces realizan sus creaciones, utilizando un mazo de cartas con consignas al que dieron en llamar “barajamacro”. Estas quedan expuestas en la zona amig( ), en general como piezas bidimensionales, (dibujo o pintura) realizadas con grafito, ceritas, fibras, marcadores, témpera, tinta, etc. sobre papel. Y es tal el nivel de adhesión que viene teniendo, que ya se recopilaron muchas creaciones en libros (ver apartado).

Algunas de las obras producidas por los asistentes, expuestas luego en la zona amig().

La zona amig( ) del museo se transforma, cada día, desde entonces, en un taller abierto para versionar obras explorando otros lenguajes y ensayando con diferentes metodologías y materialidades.

Adrián Radicci es coordinador del área Experienciamacro desde el cual se lleva a cabo la iniciativa, y explicó a Rosario3 que “el asunto del contacto con los visitantes se venía pensando desde la pospandemia, pensando en que ellos accedan a las singularidades de cada obra, formen sentido desde su experiencia con otros, aprendan técnicas y compartan sus expresiones”.

Fue tal el interés de los asistentes que desde el museo decidieron en 2024 presentar en una convocatoria para museos de Fundación Williams, un proyecto llamado “Un museo de versiones. Plan de mediaciones expandidas”, y este ganó entre más de 150 postulaciones. “A la gente le gustó tanto formar parte con sus intervenciones bidimensionales que propusimos sumar otros lenguajes, técnicas y soportes, interrogándonos ¿qué pasaría si la versión de obra del asistente se realizaba con los cuerpos, o de forma sonora, o escrita en poesías?”.

De esta manera, los miembros del museo Macro entendieron que dieron en la tecla: “Buscábamos ser un museo contemporáneo con una propuesta contemporánea, en la que experimentar permita un abordaje más directo de comprensión de la obra. Esto siguiendo una idea que una vez nos dijo Mimí Scandell en una charla, que «el arte no se enseña, se contagia». ¿De qué otra forma se comparte toda la complejidad de lo canónico en el arte? Este umbral de lo que un museo detenta como «saber» se rompe desde lo experiencial, lo sensible, lo que está a mano, y a través de los mediadores, invitamos a explorarlo”.

Radicchi profirió entonces: “Es hermoso que cada semana van a apareciendo núcleos temáticos según los intereses de cada grupo de visita al museo. Cada persona o grupo asistente, desde niños a adultos mayores, se suman a expresar su interpretación en una hoja sobre lo que le inspiraron las muestras, y a partir de todas las producciones, se seleccionan algunas para ser expuestas en una pared en el espacio zona amig( ), y quedan expuestas cosas increíbles, todas al mismo nivel”.

Grupos escolares de todas las edades han participado en estas experiencias.

Para recorrer y los libros creados de versiones

El público puede realizar un recorrido de miércoles a domingo en el horario del museo, para visitar las muestras y hacer su versión de las obras (miércoles a sábados de 13 a 19, y domingos de 10 a 19), consultando a las mediadoras que están en ese horario, o sumarse a las visitas guiadas a las 17 cada día.

Uno de los libros que recoge parte de las producciones de los visitantes del museo. 

Las diferentes versiones del público asistente que se crean cada semana, se han ido compilando y plasmando, hasta ahora, en tres volúmenes de libros impresos en la Zona amig(), y se pueden ver todas esas creaciones, que quedan allí impresas para la posteridad. Y se estima que "habrá por lo menos dos volúmenes más con las producciones del público que hubo en el último tiempo", estableció Radicchi.

Uno de los libros que recoge parte de las producciones de los visitantes del museo. 

Redoblando la apuesta artística con talleres

Desde que resultó el Macro acreedor de esta distinción de la Fundación Williams, se realizan a lo largo del año experiencias con artistas de diferentes disciplinas artísticas (como performance, videojuego, murales o asterismo), con talleres bajo el nombre “Un museo de versiones”, todas de ingreso gratuito y previa inscripción en un formulario en los días previos hasta llenar cupo.

En torno a esas experiencias, Adrián precisó que “se plantearon ocho encuentros, de los cuales ya transcurrieron dos, y un tercero (Una visita nocturna con salas a oscuras y en silencio, curado por Maite Acosta) que ya cuenta con el cupo completo”.

Sobre las dos versiones ya ocurridas, destacó que “Ezequiel Nant puso el ojo en la materialidad del mural de Antonio Berni La manifestación, trayendo a la contemporaneidad los elementos, ya que dejó la tela de arpillera (usada en la refinería en esos tiempos para manifestarse) por la friselina en las ecobolsas actuales para hacer las compras, con las que se pueden manifestar hoy las personas. Y Carlos Aguirre, sobre esa misma obra de Berni recreó una manifestación con pancartas hechas por los asistentes en el túnel que se encuentra en el parque, junto al museo”.

La propuesta de Ezequiel Nant que recrea la obra de Berni con ecobolsas de friselina.

Los próximos talleres de experiencias en el Macro

  • “Mitín Performático. Entrenamiento de tecnologías del cuerpo relacional”: taller abierto de movimiento en el que compartiremos herramientas y ejercicios que nos provee la improvisación en danza para pensar a la manifestación como un cuerpo colectivo y orgánico. Con Agustina Siffredi y Valeria Rico, el sábado 7/6
  • “Un museo pixelado”: junto a los Cybercirujas armarán un ciber y explorar el lenguaje del videojuego desde la estética pixel art. Con Nahuel Cañada, el 28/6 y 29/6
  • “Equipo Experienciamacro”: ensayo de murales transportables realizados colectivamente con la técnica de collage. El 10/7 y el 17/7
  • “Astromostra. Constelaciones & asterismos”: jornada de ejercicios de escritura y astronomía observacional nocturna. Un itinerario arbitrario entre las obras y el cielo. De la pared al patio. El 24/7
  • “¿Muestra o qué?”: Una instancia de reflexión grupal y participativa para ensayar modos de hacer públicas las versiones en el museo. Con Matías Pepe el 29/8