En el año 2000, el zurdo porteño Franco Squillari, propietario de un drive fortísimo, llegó a las semifinales de Roland Garros y parecía un milagro que un argentino estuviera allí, 18 años después que Guillermo Vilas perdiera la final con un juvenil sueco llamado Mats Wilander. Guillermo había ganado Roland Garros en 1977. Todavía es la final más desigual de la historia con apenas 6 games perdidos en todo el partido frente al estadounidense Brian Gottfried: 6-3, 6-0 y 6-3. Impactante.

En 2002, David Nalbandian llegó más lejos que ningún argentino (masculino, Gaby Sabatini perdió la final de 1991 frente a Steffi Graf) jamás en Wimbledon: disputó la final frente al por entonces número uno del mundo, el australiano Lleyton Hewitt. Perdió feo David, pero fue el inicio de la Legión, que traería grandísimos resultados al tenis argentino, salvo la Copa Davis.

En 2003, Guillermo Coria perdió un partido inesperado en semifinales de Francia, pero ya el polvo de ladrillo era una disputa mano a mano entre argentinos y españoles.

El Roland Garros de 2004 fue glorioso: tres de los cuatro semifinalistas fueron argentinos. Y la final fue íntegramente albiceleste. ¿Se repetirá alguna vez? Gastón Gaudio le ganó a Nalbandian y Coria al inglés Tim Henman. La final, se sabe, estaba casi ganada por el Mago hasta que empezó a acalambrarse y perdió un partido insólito. Disminuido físicamente y todo tuvo un par de puntos de campeonato que no pudo aprovechar.

En 2005, el que llegó a la final fue Mariano Puerta, que perdió con un incipiente Rafael Nadal. Fue el primer Roland Garros de los 14 que ganó Rafa, quien perdió sólo 4 partidos en Francia en 18 años de participación: irrepetible.

Semejante introducción busca sanar un poco las heridas deportivas de los tiempos que corren. Sólo tres argentinos, de doce, superaron la primera ronda de Roland Garros este año, la peor actuación grupal en varias temporadas. Pasaron Mariano Navone, Juan Manuel Cerúndolo y Federico Gómez.

Navone fue el único que llegó a tercera ronda y el viernes ya no quedaban argentinos en París. Ninguno superó la primera semana.

El polvo de ladrillo siempre fue un aliado para los argentinos, que buscaron en las canchas lentas sus mejores resultados casi siempre.

Francisco Cerúndolo, el argentino que más esperanzas generaba, se fue en primera ronda casi sin pelear a pesar de que ostenta su mejor ránking desde que es profesional. Es el tercer jugador más ganador del año sobre polvo de ladrillo con 18 victorias. Sin embargo, casi no ofreció resistencia ante el canadiense Gabriel Diallo.

Sebastián Báez ganó los dos primeros sets y no pudo aprovechar la ventaja. Por momentos, su bajón parece no tener piso. Etcheverry cayó con Tsitsipas y Riera con Rybakina, los resultados más lógicos de todos los cosechados.

También se fueron tras el debut Camilo Ugo Carabelli, Francisco Comesaña, Thiago Tirante, Solana Sierra y María Lourdes Carlé.

El tenis femenino argentino todavía está en etapa de reconstrucción, pero menuda tarea tendrá Javier Frana para armar un equipo competitivo para las próximas series de Copa Davis. Ojalá la segunda parte del año permita recuperar el nivel sorprendentemente bajo de la mayoría en Roland Garros.