La final más larga en la historia de Roland Garros. Carlos Alcaraz y Jannik Sinner jugaron durante 5 horas y media en lo que fue un partidazo. Eso marcó un récord desde la estadística y probablemente eso ya sea motivo suficiente para ser considerado “histórico”.

Otro detalle que suma, es que es la primera vez que el español consigue dar vuelta un 0-2 en sets para luego ganar en un match tiebreak en el quinto.

Pero esos datos quizás le importen íntegramente al aficionado del tenis que disfruta ver jugadores que rompan límites y superen estadísticas que otros del pasado tenían. Esos no son necesariamente los motivos por el cual el deporte hizo historia este domingo.

Lo de Carlos Alcaraz emociona y supera mucho más que un récord de tenis. Durante 5 horas y media mostró ser un ejemplo de perseverancia, paciencia y coraje que son muestra que todo lo que se consigue en la vida no viene de arriba ni nos lo regalan.

Ejemplo de lucha cuando el resultado era totalmente adverso, de inteligencia para probar distintas estrategias de juego para superar a un rival que parecía no cometer errores. De respeto, porque nunca intentó ninguna maniobra desleal para “romper” la fortaleza mental de su rival. De batalla, porque peleó con todo lo que tenía para alcanzar el triunfo.

Pero sobre todas las cosas, de disfrute. Carlos Alcaraz disfruta jugar al tenis. Y qué placer más grande en esta vida es ver a una persona disfrutar y vivir sus sueños.

Si consultáramos a cualquier persona que tiene hijos: “¿Qué deseás más para ellos en su vida?”, podemos imaginar que las respuestas serían: “Que sea felices y disfruten al máximo la vida”. Bueno, la final de Roland Garros 2025 dejó enseñanzas para los más chicos, pero también para los adultos que muchas veces somos resultadistas o nos frustramos cuando no logramos objetivos.

La felicidad está en el presente y en el recorrido, dicen los que saben, así que habrá que hacerles caso.

Lo que hicieron Carlos Alcaraz y Jannik Sinner este domingo fue histórico para el tenis y es digno de ser celebrado y disfrutado. Sean o no aficionados a este deporte, qué lindo es encontrar en hechos como este, ese empuje extra que a veces nos puede ayudar en nuestra vida cotidiana.

Desde ganas de escribir una humilde nota de opinión, o hacer deporte que nos haga bien a la salud, competir sanamente más allá del resultado, o luchar cuando las cosas no salen como queremos. Pero sobre todas las cosas, qué lindo cuando un evento como éste nos empuja a celebrar con familia y amigos el haberlo dado todo.

El deporte hizo historia y está fiesta. ¡A disfrutar!