Todos los clubes esperan clasificar a una copa internacional –los hinchas mucho más– porque da prestigio, te abre al mundo y jerarquiza a los jugadores. Pero cuando ingresaste, cuando te toca comenzar el recorrido muchos cambian de objetivo sobre la marcha como lo hizo Central.

En el primer semestre de 2019 en el club canalla pasó de todo: desde malas decisiones dirigenciales de no rescindirle a Edgardo Bauza a tiempo, hasta poner a Paulo Ferrari y no respaldarlo y llegar a Diego Cocca en la mitad de los certámenes.

Ahora habrá que esperar qué tiene pensado hacer el DT en el corto y largo plazo y los directivos solo son espectadores de lo que ocurre.

En el medio se desperdició lo mas importante: el tiempo de trabajo y los recursos económicos para incorporar refuerzos. Capítulo aparte para Jarlan Barrera, que casi causó un conflicto internacional y no se sabe por qué no es tenido en cuenta.

A esta situación hay que sumarle las inferiores que no aportan el aire que se necesita para poder ayudar a la primera. En este punto el misterioso Lucas Maggiolo –fue coordinador de las inferiores y hoy Cocca lo sumó a su equipo como ayudante de campo– no da demasiadas explicaciones puertas afuera sobre lo que hizo en la cantera y puertas adentro parece que la cúpula dirigencial y Fabio García –hombre fuerte en las divisiones menores– no necesitan que les aclare nada, porque están conforme con lo realizado. Central padece todos estos temas, a tal punto que pelea por no descender.

Hoy Cocca viaja con muchos suplentes y deja la columna vertebral en Rosario por distintos motivos que en principio se desconocen. No estarán en Porto Alegre Caruzzo, Zampedri, Ortigoza, Gil, Allione y Rinaudo. A Boca, el objetivo inmediato el 2 de mayo en Mendoza, y al resto que está en juego, la posibilidad de pasar de fase o clasificar a la Sudamericana, se le da poca importancia. Lo que hace que instucionalmente Rosario Central sea de cabotaje.