Las emociones no se gestionan

“Preocupa observar tendencias en la psicología que hablan de gestionar las emociones, como si las personas fuésemos entes administrativos, o la banal generalización del concepto de resiliencia, metiendo en la misma bolsa a aquellas personas que se tienen que acomodar a esta nueva realidad, que están normalmente estresados, con aquellos que han sufrido pérdidas de seres queridos con el matiz ominosamente traumático de no poder acompañarlos en su internación, en su lecho de muerte o despedirlos en las ceremonias de entierro, efectos de esta desconcertante pandemia".

Vivimos con un monto de incertidumbre que nos afecta a todos en forma transversal; al que no le afecta en algo esta pandemia es porque ya vive en cuarentena mental de antemano o porque la insensibilidad se le hizo carne en su propio ser.

Hay grupos muy vulnerables como los adultos mayores y las personas con enfermedades previas que diariamente conviven con la angustia de no saber si se encontrarán nuevamente y, en buena parte, con la circulación libre y el mundo abierto que conocían hasta los primeros meses del corriente año.

El abordaje de las personas más afectadas por la pandemia

Exige un enfoque complejo e individualizado, tema que excede el presente artículo y podrá ser ampliado próximamente. Pero en esencia se trata de observar ante todo la articulación entre el impacto específico de la pandemia respecto de la vida de esa persona, su situación personal en la coyuntura, su estado anímico, sus recursos y capacidades psicológicas, materiales y contextuales y sus redes de apoyo familiares y sociales. De dicha articulación depende cómo la persona atraviese y sobrelleve la pandemia y sus efectos de un modo constructivo y fortalecido o quede golpeado psicológicamente.

La esencia de una propuesta psicoterapéutica seria es, a través del diálogo auténticamente empático y sintónico con el paciente, que exige adentrarse en el mundo interno del otro y comprenderlo en toda su dimensión, escuchando y no imponiendo esquemas teóricos cerrados, ayudar a pensar, ser un co-pensor, como decía Pichón Rivière y ayudar a entender, simbolizar y aceptar emociones, no gestionarlas.

Acompañamiento

Frente a tanto agobio mental y emocional, los terapeutas debemos acompañar con paciencia humanística y atención cálida, ayudar a pensar y encontrar alternativas en las ideas y en la acción y contener todo lo que sea necesario. Para que tanto distanciamiento sanitario no convierta a los damnificados en anónimos desvalidos emocionales y que el barbijo no nos tape el rostro y solo miremos la oscuridad”.

*Jorge Libman, psicólogo, especialista en psicología psicodinámica, matrícula 2231 Instituto Pinel, Alvear 1478, 3er Piso Rosario