En el catálogo de enfermedades que solemos tener los argentinos, entre las virósicas y las bacterianas, uno cree que la tuberculosis ya no existe, que fue erradicada, o a lo sumo que tiene una incidencia muy baja. Pero eso no es así. Y no sólo en nuestro país: en el mundo, la tuberculosis está presente al punto tal de que en 2021 se enfermaron 10 millones de personas, de las cuales fallecieron 1 millón y medio. Por su parte, Argentina tiene más de 10 mil casos activos. Y Santa Fe no está exenta.

De hecho, el fatídico suceso de esta semana en el Hospital Provincial, el asesinato a sangre fría del polícía Leoncio Bermúdez, ocurrió porque un grupo de sicarios fueron a intentar rescatar a un preso condenado por homicidio que estaba en el hospital con diagnóstico de tuberculosis. Lo mismo que el preso fugado el miércoles del hospital Cullen de Santa Fe: lo estaban tratando por una insuficiencia respiratoria producto de esa misma enfermedad.

La tuberculosis (TB) es una enfermedad contagiosa que se transmite por el aire. Según la organización Médicos sin Fronteras, "un tercio de la población mundial está infectada con el bacilo, pero solo una de cada 10 personas desarrolla la forma activa. Un sistema inmunológico sano la mantiene en estado latente (no presenta síntomas ni puede transmitirse), pero la enfermedad se desarrolla fácilmente en un sistema inmunológico debilitado y por eso es tan común en las personas con VIH. Además, debido a las deficiencias en el manejo de la enfermedad y a la mala adherencia de los pacientes a los tratamientos, se están propagando cepas resistentes a los medicamentos más comunes".

El hecho de que sea una enfermedad repetida en las cárceles santafesinas no es azarosa: allí, las condiciones de ventilación no son las mejores los presos no son personas que tengan una alimentación sana y suelen ser sedentarios, por lo que es más que probable que ante un caso, aparezcan contagios masivos.

La ciencia santafesina, al rescate

Con este panorama, un grupo de científicos santafesinos decidieron avanzar en diversos proyectos que apuntan a dos instancias clave de la lucha para acabar con la tuberculosis: el diagnóstico y el seguimiento del tratamiento de personas con la enfermedad declarada.

"En las estadísticas de la tuberculosis hay un número que llama la atención, que enseguida hizo que muchos se sumaran . este proyecto, y es que se supone que un tercio de la población mundial es portadora de la bacteria y no lo sabe. Eso te da una dimensión de la cantidad de gente que la tiene aunque sea asintomática y no esté declarada. El hecho de que la tengan y no lo sepan puede generar problemas de contagio y de reservorio de la enfermedad", señaló Carlos Piña, doctor en Ciencias Biológicas y director del Conicet Santa Fe desde donde se impulsan avances para la erradicación de la enfermedad.

Esta semana se llevó a cabo una reunión multidisciplinaria entre el Conicet regional y la Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud (ANLIS) “Dr. Carlos Malbrán” con el objetivo de hacer un análisis de los avances de los proyectos que se están llevando adelante en la provincia. Piña comentó: "Junto al Instituto Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias Dr. Emilio Coni estamos avanzando hacia un test de diagnóstico rápido y de costo accesible, que permita detectar rápidamente la infección y poder comenzar el tratamiento".

Según el biólogo, "los tests que existen hoy en el mercado son sistemas de detección complejos y caros. Funcionan parecido a esas cafeteras a cápsulas, en los que uno pone la cápsula y te da el resultado. Pero hay pocas en el país y están ubicadas en distintos centros urbanos a los que tiene que llegar la muestra y luego se tiene que procesar. Todo ese movimiento hace que sea poco efectivo y además, costoso: cada muestra termina saliendo casi cien dólares", expresó.

La tuberculosis puede provocar serios trastornos respiratorios.

"Nosotros queremos algo de fácil uso, barato y desarrollado por nosotros mismos para no tener que pagar patentes de uso. Lo que están haciendo el Instituto de Desarrollo Tecnológico para la Industria Química (Intec) junto con la Facultad de Bioquímica de Santa Fe es desarrollar un test molecular a temperatura estable, que no necesite termocicladores sino una barra de temperatura y que permita que el paciente tenga el resultado del análisis en media hora", se ilusionó.

Acerca de los insumos para producirlo, Piña aclaró que "algunos reactivos se pueden generar acá pero otros vamos a tener que importar. Infelizmente la situación del país no hace fácil comprar productos en el exterior, pero nuestra idea es que haya sustitución de productos y la mayoría se puedan producir en Argentina, de forma de tener independencia de la situación económica y siempre seguir testeando".

Y aunque no se animó a dar una fecha precisa de lanzamiento, es optimista en que no sea algo tan lejano: "No puedo dar una fecha con seguridad, aunque espero que en 2024 tengamos ya la posibilidad de tener el primer prototipo para presentar. Eso dependerá de los avances de los próximos meses y de las últimas pruebas que se están realizando".

Solución a otra dificultad: la duración del tratamiento

El doctor Piña remarcó que "en la tuberculosis, la duración de los tratamientos es una dificultad. Son muy largos y mucha la gente lo abandona si no tienen un seguimiento constante". La ciencia santafesina está trabajando en una app que pueda solucionarlo.

"Hay otro instituto del Conicet, el Ingar (Instituto de Desarrollo y Diseño), que está desarrollando aplicativos para el celular que podrían permitir un contacto continuo de los médicos con las personas enfermas. De este modo, podría generarse un sistema de alarma para mantenerlos avisados de cómo deben continuar con el tratamiento para que logren continuidad y no abandonen", razonó.

La tuberculosis no sólo genera complicaciones médicas, sino económicas y sociales a los enfermos y a las familias de los pacientes: "Las personas enfermas pueden contagiar o complicar su salud, pero también es un problema que no pueden ir al trabajo o que pueden ser señaladas por ser portadores de esa bacteria. Nosotros queremos saber cómo aplicar los recursos del estado para optimizar la ayuda y que sea una ayuda integral", dio Piña.

"Acá en Argentina tenemos la ventaja de contar con un sistema de salud pública que hace que los costos directos de una familia de un enfermo sean muy bajos. Pero están los costos indirectos: la pérdida de trabajo, la imposibilidad de tener ingresos extra. Por eso, en las reuniones continuas que hacemos queremos conocer el problema y seguirlos, para que esa persona no abandone el tratamiento", aportó.

Finalmente, manifestó: "No estamos tan lejos de la erradicación: Argentina no es uno de los países con más incidencia en la población. Pero esos casos generan en las familias un impacto social, algo que estamos tratando como líneas nuevas de investigación. La intención es evaluar cuánto implica para una familia tener un paciente enfermo en términos sociales y económicos, evaluar las políticas estatales y ver cómo optimizar el uso de los recursos para que el tratamiento sea más eficiente y que las familias tengan menos problemas al tratar con un enfermo en su casa".