Rosario3.com la consultó a propósito de la película Maudie, la historia de una persona que a partir de una enfermedad reumática padece deformaciones en sus manos y brazos y dificultad en la marcha. Maud Léwis llegó a ser una artista destacada salvando todos los obstáculos, familiares y sociales, que la condujeron a realizar un gran esfuerzo para cumplir con su deseo: pintar.

“Estas historias se plantean desde lo distinto de la persona; se la presenta como una “rareza”, esos cuerpos diferentes, deformes, que muestran toda su rareza y construyen un relato de tipo épico para mostrarlo y reflexionar sobre ello. Históricamente se ha mostrado; y, todavía, se lo hace de este modo. Estas historias se hacen con la misma matriz de aquellos clásicos infantiles que nuestras abuelas y nuestras madres nos leían.

CÓMO SITUARNOS FRENTE A UN CUERPO DISTINTO

“Es todo un trabajo”, comienza diciéndonos, María Eugenia Tabacco, y argumenta, “a nosotros nos genera que no nos sentimos representados por lo que consideramos ´esa rareza´. Ésta es la primera barrera que enfrentamos. Se trata de algo social, algo aprendido que se incorpora a nuestra cultura.

En principio deberíamos darnos ese permiso de ver a ese otro como un diverso, ya que esas características del otro siempre van a estar ahí. El punto es RESPETAR esta diversidad. En las historias como en la película Maudie que traes hoy, nos permiten observar una serie de clichés que ya forman parte de acervo cultural y social y que, muchas veces, se traducen en el mal trato hacia el diferente; trato que puede ser despectivo, descalificador o, directamente, la indiferencia. Lo que nos cuesta incorporar es el respeto por la persona a ser tratada como sujeto de derechos. Lo que esa persona merece es poder llegar a valerse desde su autonomía. Muchas veces los tratamos como en el caso del ´lisiado que no puede´.

Todo lo cual nos lleva a un aprendizaje sobre los derechos colectivos; lo que deben ser promovidos, comunicados y respetados; fomentados desde las instituciones públicas, difundidos por los medios de comunicación, por las organizaciones sociales; con lo cual conseguiremos ir quitando las barreras que estas personas deben enfrentar. Las barreras no sólo son edilicias o arquitectónicas; las hay ideológicas y verbales las que son aquellas que más cuestan identificar y revertir; desde cómo nombrarlo a ese otro que ´vemos´ raro. Todas estas son construcciones sociales que, de a poco, deberíamos ir reconstruyendo.

Estas películas recurren a mostrar el camino del héroe que supera abusos y vulneraciones sufridas.

Para nosotros, el punto es mostrar el respeto, la dignidad y la libertad que toda persona con discapacidad tiene el derecho de aspirar; y que está expresada en la ley, por lo cual es un derecho adquirido.

EL TRABAJO EN LAS ESCUELAS

Es un trabajo que este año, debido a la pandemia, se nos complicó. Nuestra experiencia es que, si bien es una hora y media de taller, la escuela es el sitio que permite comenzar por motivar un cambio que sea persistente en el tiempo. Una forma de habilitar espacio y formaciones que involucran a los mismos docentes.

Estos encuentros son movilizadores y van generando una atención en la promoción de los derechos de las personas a ser respetados y tratados como sujetos de derechos.

Por otra parte, tengamos en cuenta que los niños, con su libertad y su espontaneidad son grandes contadores de historias. Y son proclives a naturalizar sus experiencias; cosa que, a los adultos, nos cuesta más.

Se trata de respetar la diversidad, como puede ser la diversidad de rasgos físicos, de credos, de diferencia cultural, diferencia de género.

La Convención data de unos pocos años y la actitud frente a ´lo diferente´ lleva cientos de años; debemos trabajar sabiendo que éste es un proceso que llevará tiempo hasta que se instale en la sociedad. Lo que creo es que estamos en camino y hemos aprendido que, el nuestro, es un trabajo constante. La escuela es el lugar para hablar de respeto y de empatía. Al maestro hay que acompañarlo; las escuelas diversas ayudan; la maestra integradora también; los padres que se involucran tiene un rol fundamental. La escuela debe ser parte del lugar en el que se llevan adelante proyectos abarcadores, consistentes y de largo plazo. La escuela deberá interrogarse sobre qué es lo que quiere lograr, si el conocimiento como único objetivo, o incluir otras cuestiones que incluyen nuestros vínculos sociales, los sentimientos, las emociones. Escuelas donde haya lugar para estos otros espacios que también son de conocimiento que no figuran en la curricula, deban estar presentes.

En nuestra experiencia, en todas las escuelas que hemos visitado, hemos encontrado esos espacios a los que hay que darles continuidad. . 

*María Eugenia Tabacco, Licenciada en Comunicación Social, docente. Universidad del Gran Rosario.