La memoria es un mecanismo de supervivencia que nos permite utilizar nuestras experiencias para no repetir los mismos errores y seguir progresando, además de almacenar aquellos momentos que nos marcaron en la vida.

El cerebro emplea distintos tipos de memorias (corto plazo, largo plazo, olfativa, procedimental, fotográfica, declarativa) que actúan de forma simultánea y están interconectados para logar un mejor funcionamiento y respuestas más rápidas. Sin embargo, problemas derivados del cansancio, el estrés o una mala respuesta emocional o psicológica pueden provocar que determinados recuerdos que todavía tenemos queden bloqueados e inaccesibles por un tiempo.

Para evitar que esto ocurra, es recomendable entrenar la memoria a través de una serie de ejercicios, según consignó Muy Interesante.

Reglas nemotécnicas: la memoria funciona como un archivo. Si la acostumbramos a utilizar reglas nemotécnicas le costará mucho menos agilizar el proceso de encontrar lo que está buscando. Por ejemplo, se pueden utilizar asociaciones de números con palabras que rimen para fijar aquello que queremos aprender.

Abrir y cerrar las manos: una investigación llevada a cabo por la Universidad de Montclair reveló que apretar el puño derecho durante 90 segundos ayuda en el proceso de formación de la memoria. De otro lado, apretar el puño izquierdo, también facilita la recuperación de información almacenada en nuestra memoria.

Los juegos de Brain Training: practicar 15 minutos al día de juegos de entrenamiento cerebral, mejora el rendimiento de la memoria de trabajo, las funciones ejecutivas y la velocidad de procesamiento.

Meditar: con dos semanas de entrenamiento en lo que se conoce como “mindfulness” es posible mejorar notablemente la comprensión lectora, la capacidad de la memoria de trabajo y la concentración.

Cerrar los ojos: un estudio llevado a cabo por un equipo de científicos de la Universidad de Surrey (Reino Unido) con 178 participantes, concluyó que recordamos hasta con un 23% más de eficacia si tenemos los ojos cerrados en vez de abrirlos.

El café: tomar un café justo después de haber afrontado un trabajo importante refuerza nuestra memoria.

Hacer ejercicio: realizar ejercicio de intensidad moderada ayuda a memorizar lo aprendido con anterioridad.

Dormir la siesta: unos 20 minutos de siesta cada día nos ayuda a recordar mejor lo que hayamos aprendido, ya que durante este reposo consolidamos lo aprendido sin darnos cuenta. Este beneficio lo obtenemos a cualquier edad.

Chocolate: uno de los componentes del cacao, los flavonoles, están relacionados con un mejor desempeño cognitivo. El motivo es que estimulan la perfusión cerebral, favorecen la neurogénesis y promueven cambios en las áreas relacionadas con el aprendizaje y la memoria.

Dormir bien: invertir en sueño desde que somos chicos ha demostrado ser el mejor instrumento para tener mejor memoria durante la vejez, según un estudio publicado en la revista Sleep.

Socializar: relacionarse con los demás, ya sean amigos, familia o conocidos, se ha asociado a una mejor memoria.

Cuidar la dieta: la dieta cetogénica, alta en grasas y proteínas y baja en carbohidratos, ayuda a mejorar la concentración mental y la memoria. Alimentos como las verduras de color verde, el pescado azul, los frutos secos o las frutas ricas en flavonoides también contienen nutrientes y sustancias que previenen el deterioro del cerebro y potencian la memoria.

Reírse: la información que nos parece graciosa o los recuerdos de momentos que nos han hecho reír arraigan mucho mejor en el cerebro y permanecen mucho más tiempo. Reírnos y disfrutar del momento harán que nuestro cerebro se active y conserve los recuerdos de forma mucho más viva.

Los problemas, de uno en uno: aunque nuestro cerebro es capaz de manejar varias actividades de forma simultánea, suele provocar que seamos más despistados, torpes y, en definitiva, más lentos. Centrar toda nuestra atención en una sola tarea hará que la hagamos mucho mejor y que el proceso quede más claro en la memoria. A veces, menos es más.

Liberar espacio de vez en cuando: almacenar información que contenemos en nuestro cerebro en una computadora u otro dispositivo hacen que se liberen recursos cognitivos que serán utilizados para memorizar nueva información.