Podría pensarse que la jugada del gobernador Perotti se parece a la de Néstor Kirchner en 2005 cuando rompe con el duhaldismo para alinear a todo el peronismo, pero en aquel momento era el presidente del 22%, y necesitaba bloques legislativos afines y la consagración en las urnas que Menem le había negado, de lo contrario viviría de prestado en el gobierno. Pero ninguna de esas condiciones está presente en la situación de Perotti, ya que ni se renuevan bancas en la Legislatura local ni hay un problema de legitimidad electoral.

La tentación es concluir que el gobernador decidió que la unidad en la diversidad fue muy útil para llegar a la Gobernación, pero le complica la gobernabilidad. No está dispuesto a sostenerla, ni siquiera como ficción.

Quizás Perotti debió darle mayor visibilidad a Roberto Mirabella con un rol protagónico en el gabinete provincial en lugar de dejarlo en el Senado, pero lo cierto es que el plan de encaminarlo como su sucesor ya no tiene razón de ser. Mirabella fue bajado a la lista de diputados y Perotti salió a buscar un aliado en la interna peronista, que resultó Marcelo Lewandowski.

El gobernador imprime su nombre en la boleta para poder decir “gané yo” al no poder decir “ganó mi candidato”. Y como Lewandowski no es perottista sino un aliado, y no fue el plan A sino al que tuvo que echar mano, le pone su marca a la boleta para, en caso de triunfo, que los laureles no se los lleve otro. No vaya a ser que por querer bloquearle el camino a Agustín Rossi y a otros aspirantes a sucederlo en 2023 se le desmarque Lewandowski. 

Tratemos ahora de mirarlo al revés. También el perottismo dirá que si se considera irresponsable la movida del gobernador lo propio ocurre con quienes ponen en duda su liderazgo porque supone debilitarlo. O la candidatura de la vicegobernadora en una lista enfrentada a la del gobernador. El debate podría terminar en el dilema del huevo o la gallina. 

El futuro estaba escrito

Rossi y los sectores que lo acompañan tenían la opción de entregarse mansos o dar la pelea. Eligieron ir a la interna a sabiendas que arrancan con desventaja. Si se quedaban con los brazos cruzados no serían artífices de su propio destino. Vieron un futuro de destierro o decorativo escrito en la lista que Perotti llevó a Buenos Aires el miércoles previo al cierre de listas. No figuraban en los lugares expectantes; y en los casilleros de segundo orden además había nombres impugnados.

Volvieron a ver ese futuro negro el lunes siguiente, cuando desde Buenos Aires les pedían hacer un esfuerzo por la unidad, pero el perottismo, ya envalentonado por el acuerdo conseguido con Cristina y contrariado por el desafío, sólo lo aceptaría si era bajo sus condiciones.

Ideología y poder

Con antecedentes de primarias en 2017 y 2019, será el voto popular el que defina entre estos dos bloques de poder, que es de lo que se trata. Esto debe quedar claro: no es una disputa de bloques ideológicos sino de bloques de poder que entrelazan dosis de kirchnerismo con peronismo clásico en ambos casos. Este aspecto es relevante de tener en cuenta para la militancia kirchnerista, entre afligida y desorientada con el nuevo tablero que le presentan: de un lado Cristina abrazada con Perotti y del otro a Rossi, el kirchnerista por antonomasia al que nadie podría cuestionarle el certero eslogan “con aplausos o huevazos, siempre en el mismo lugar”.

El párrafo anterior no implica que Rossi y Perotti sean lo mismo ideológicamente. De hecho sus trayectorias demuestran que no lo son. Simplemente no hay que extrapolar la ideología de sus referentes al nudo de lo que van a disputar las listas La Santa Fe que queremos y Celeste y Blanca.

Lo que falta ver

La interna justicialista arrancó muy fuerte, todos jugando como si fuera a todo o nada. Los próximos 43 días son poco para instalar un candidato, pero una eternidad para que el fuego cruzado persista a este ritmo. Hay frentes con bombas de tiempo activas que podrían detonar también. 

En los tribunales la Corte Suprema tiene en sus manos decisiones vinculadas al conflicto entre el Poder Ejecutivo y la Legislatura por el caso Sain y pronto llegará el de la inconstitucionalidad de los fueros parlamentarios por el caso Traferri. El primero podría resolverse antes de las primarias; el segundo quizás durante la campaña de las elecciones generales.

Esos tiempos los maneja la Corte a su criterio y sin plazos legales, pero antes, el 23 de agosto, habrá otras novedades en Tribunales. Ese día está citado a declaración imputativa el senador Armando Traferri, referente de un espacio partidario relevante del peronismo santafesino. Tan relevante que en 2019 Perotti, para ganarle a María Eugenia Bielsa la interna y llegar a la Gobernación, les concedió la candidatura a vice para Alejandra Rodenas; el 2021 los encuentra en la vereda de enfrente y aliados a Rossi, el Movimiento Evita y el massismo, entre otros.

Otro capítulo se juega puertas adentro del propio gabinete de Perotti, donde los ministros Roberto Sukerman y Jorge Llonch se desenvuelven en un clima complejo. Cada uno de sus gestos y movimientos son medidos y controlados. Sus continuidades en ambos cargos es una quimera y obviamente sus roles muy acotados.

Sukerman ya dio muestras de su lealtad a Rossi. Mientras sus compañeros de gabinete lo harán con la lista Celeste y Blanca, que se presenta este lunes. La boleta es la misma para todos los oficialismos en nombre y diseño: sólo cambian los nombres y las fotos.

Soy Clara, soy Pablo

Mientras la interna del Frente de Todos conmociona todos los ámbitos y repercute más allá de las fronteras, progresistas y cambiemistas transitan la suya en un clima muy diferente. El Frente Amplio Progresista puso sus candidatos a recorrer la provincia. Inicialmente Clara García y Rubén Giustiniani van cada uno por su lado en tono propositivo. Todos necesitan llegar a noviembre en un clima de suma y concordia. 

Este sábado hizo la presentación la lista del socialismo, con un despliegue técnico destinado a connotar el despliegue territorial que tiene el partido y que quiere hacer valer en la primaria. Clara García fue la única oradora, en una jornada muy especial en lo personal y lo partidario donde quedó claro que el candidato “natural” era el fallecido Miguel Lifschitz.

En la vereda de enfrente, de la mano del experimentado Rubén Giustiniani –tiene varias campañas provinciales en su espalda– va el intendente de Rosario. Javkin estará mañana en San Justo y Reconquista y seguirá recorriendo. El jueves, en Santa Fe se sentó en un bar, foto incluida, con su par capitalino Emilio Jatón. Ambos consolidan un eje de contrapeso dentro del Frente Progresista; y en particular Javkin aprovecha la oportunidad para hacerse conocer en la provincia.

En Cambiemos, con cuatro espacios en competencia, la convivencia pareciera más pacífica de lo que se auguraba. Por el momento al menos. Dos de las listas están tocadas por la campaña en redes que llama a no votar candidatos que no vivan en Santa Fe. Una de las apuntadas es la periodista Carolina Losada, que además esta semana se despachó con la frase sobre que en Santa Fe “los niños sueñan con ser narcos o sicarios”. Losada está en esa instancia en la que no importa si la van a insultar o felicitar, sino que se hable de ella.

Esa lista, junto con la que encabezan José Corral y la de Maximiliano Pullaro, se disputan el voto radical con el apoyo de distintas usinas de la UCR nacional. Las tres cultivan el antikirchnerismo que define al espacio y será un eje clave de la elección de noviembre. Cada una a su vez desde un perfil propio que se ha trazado en el difícil arte de visibilizarse y diferenciarse en el contexto de una campaña competitiva, con muchos candidatos y copada por peronismo que juega a todo o nada.