“Van a ser la cara de la derrota”, se rió Inés, una joven militante de Juntos por el Cambio cuando tres de sus compañeros posaban para la cámara de Rosario3 en el búnker de San Lorenzo y Maipú. Seguramente Inés no pensaba que iba a tener razón. Este domingo se celebraron las Primarias Abiertas en todo el país para elegir a los candidatos presidenciales y legislativos de octubre. Y en Rosario se vivió como un domingo más, excepto en dos lugares: en el búnker amarillo y en el Centro Cultural Atlas donde festejó el Frente de Todos.

¿Qué comemos?

“Tengo zanahoria…”, una chica había empezado a enumerar lo que tiene en su heladera cuando su amigo la interrumpió: “¿Llamaste a Anto?”. El grupo de cuatro caminaba a paso firme por avenida Rivadavia y dejaba atrás los silos Davis. Se notaba por el equipo de mate que habían pasado la tarde al sol, cerca del río. Y ahora pensaban en la última comida del día.

En eso, dos o tres “runners” los esquivaron a velocidad, mientras una mujer tiraba un chorrito de agua a la parrilla donde hasta recién había asado torta. Un poco más lejos, un puestito todavía ofrecía algodones de azúcar pero tenía los minutos contados. De a poco, el parque se vaciaba y se prendían los farolitos de las cervecerías de Pichincha.

(Foto: Alan Monzón / Rosario3)

Más al centro, en una esquina, un bar sugería “wraps de pollo con crema de verdeo”. Pero eran las 20 y todavía no daba para cenar. Las cuatro mesas que estaban ocupadas preferían líquido. De fondo, se escuchaba la voz de algún periodista porteño que hablaba de bocas de urna y supuestas truchadas.

“No, a nadie le interesan estas elecciones”, confirmó un mozo, algo fastidiado también por unos comicios que, a decir verdad, no definen nada. “De mi otro trabajo salgo a las 17 y acá entro a las 19, y en el medio me fui hasta Grandoli y Gutiérrez a votar”, se quejó, aunque orgulloso del sacrificio cívico.

¿Bizcochos? ¿Calentitos?

Masas, sandwichitos, bocaditos, mini tostaditas con cositas arriba. Bizcochos calientes. El búnker de Roberto Lavagna y su candidato a diputado nacional Enrique Estévez estaba bien surtido de comida y de funcionarios socialistas. Se los vió charlar y comer al ministro de Seguridad, Maximiliano Pullaro, a su par de Producción, Alicia Ciciliani, a la concejala y ex candidata a intendenta, Verónica Irizar, a la edila electa Susana Rueda, al concejal Horacio Ghirardi, al diputado provincial Rubén Galassi, a la subsecretaría de Políticas de Género, Gabriela Sosa, y a la secretaria de Relaciones Internacionales e Integración, María Julia Reyna, entre otros. Pero no el gobernador Miguel Lifschitz –que militó fuerte a Lavagna–, ni a la intendenta Mónica Fein. Tampoco al intendente electo Pablo Javkin.

Con tanto funcionario, en la casona antigua de la fundación que lleva el apellido de Enrique, quedaba poco lugar para la militancia. Ubicada a pasos de la sede de gobierno, en Dorrego al 700, este domingo se vieron caras bien distintas a las de las elecciones de abril y junio. Semblantes tranquilos, casi aburridos.

En la bandeja, de todo. Al costado, Ghirardi. Atrás, Galassi y más allá, Rueda. (Foto: Alan Monzón / Rosario3)

Al chori, chori

En el Centro Cultural Atlas la cocina funcionaba a todo vapor. Una de las ventanitas del costado dejó ver a un cocinero atareado entre papas fritas y pizzas. De la barra se llevaban choripanes bien condimentados, empanadas aceitosas y cerveza. Mucha cerveza. Se vivía una fiesta que otra vez desbordó el Atlas y cortó la calle.

Adentro, en el salón principal, el diputado nacional y precandidato a volver a serlo, Marcos Cleri, compartió escenario con la vicegobernadora electa Alejandra Rodenas y varios otros dirigentes peronistas. ¿Y Omar Perotti?. “En Santa Fe”, contestó una fuente del kircherismo.

Abajo, Salomé, una maestra de 34 años se comía las uñas y lloraba cuando escuchaba a Cleri, que repetía un “los quiero mucho”, muy similar a las expresiones de amor de Cristina Kirchner.

“Sí, me emociono porque esto no da para más. Mirá, te pongo un ejemplo, con Cristina le llenábamos a los chicos el canasto de frutas. Hoy tenemos que partir las naranjas por la mitad para que todos se lleven algo”, explicó la docente que de lunes a viernes da clases en dos escuelas distintas, a chicos de 10 y 11 años; que el miércoles pasado perdió 800 pesos porque faltó para ver el cierre de campaña en el Monumento y que este domingo fiscalizó.

(Foto: Alan Monzón / Rosario3)

José Luis también fue el miércoles al Monumento. Es librero ambulante, de usados, y vio una oportunidad en el best seller de la ex presidenta que repartió a diestra y siniestra en el cierre de campaña y que este domingo volvió a ofrecer a las puertas del Atlas. “A 600 pesos, lo que está”, repetía cada vez que le preguntaban “¿a cuánto, maestro?”, como para advertir de antemano que no había nada inflado.

A diez pasos, Vicente vendía por su parte banderas argentinas y otras celestes y blancas con las caras de los candidatos a 200 y 150 pesos respectivamente. Ninguno quiso responder cómo iban los números. “Eso no se dice. Cábala del vendedor”, explicó José Luis. Pero parecía que bien, porque aseguró que era la primera vez que se animaba con libros de un solo autor. “Me tengo que bancar algunos insultos, pero mantengo seis bocas”, dijo.

Ni sandwichitos quedaron

“Ni sandwichitos hay”, se quejó un recién llegado al búnker de Juntos por el Cambio. Eran la. 21.45 y sobre una mesita quedaban vasos usados y una cafetera vacía. El salón estaba también, casi tan vacío como la cafetera.

Mientras los concejales Carlos Cardozo y Alejandro Rosselló charlaban en la vereda, adentro, los camarógrafos daban por terminada la emisión y recogían cables. Los números extraoficiales que circulaban alejaban mucho a Macri y Miguel Pichetto de los Fernández, pero Álvaro, Manuel y Sol, tres jóvenes militantes, mantenían la cautela.

Álvaro, Sol y Manuel. (Foto: Alan Monzón / Rosario3)

“En 2015 Macri terminó ocho puntos abajo y después…”, recordó Álvaro, que como sus otros dos compañeros se acercó al partido a sus 18 años seducido por “la exitosa gestión de Mauricio en Buenos Aires”. “Y por su honestidad –agregó Sol–La honestidad de todo el equipo”.

Cinco minutos después, el precandidato (ya ¿oficialmente? candidato) a diputado nacional Federico Angelini pidió silencio a los pocos que quedaban.

(Foto: Alan Monzón / Rosario3)

“Los números no son auspiciosos”, arrancó Angelini. Y pasó factura: “No hemos podido aportar nuestro granito de arena desde Santa Fe. Desde mañana hay que repensar la estrategia y meterle pata”. Otros cinco minutos después, el presidente Mauricio Macri dijo algo más o menos parecido.

“Y bueno, a casa entonces. Creo que me voy a pedir unas empanadas”, comentó el mismo recién llegado que se había quedado sin sandwichitos. “Al horno”, agregó. Al horno.