Uno de los presuntos sicarios de la banda narco Los Funes –que ya estaba preso– fue imputado en la mañana de este viernes junto a su novia por una extorsión cometida a una carnicería de la zona oeste de Rosario en febrero pasado. En la audiencia, la fiscal de la unidad de Balaceras Valeria Haurigot ventiló escuchas telefónicas que evidencian cómo el recluso se burlaba de la víctima, que lo llamaba llorando para que no ataque su comercio.

Juan Damián “Bebe” Guzmán, de 27 años, está detenido desde el 23 de marzo pasado, cuando los fiscales Haurigot y Gastón Ávila realizaron un megaoperativo para detener a varias personas sospechadas de integrar la organización cuyo líder Alan Funes ya está condenado a 9 años de prisión por narcotráfico.

Tras aquel operativo, Guzmán fue imputado como “uno de los sicarios de la asociación criminal”, según dijeron en la audiencia los funcionarios del Ministerio Público de la Acusación, y aseguraron que se dedicó a cometer ataques a tiros contra domicilios por encargo de Los Funes.

La prisión no privó al presunto gatillero de cometer delitos. De acuerdo a la acusación que formuló este viernes la fiscal Haurigot, desde el penal de Piñero ordenó el 22 de febrero pasado a su pareja Verónica Alejandra Salguero llevar en su moto a un joven –al que menciona como “Gordito”– para extorsionar a una carnicería situada en bulevar Seguí y Rouillón.

Las escuchas

La fiscal reprodujo una serie de escuchas telefónicas previas y posteriores a la intimidación, con el objetivo de mostrar los roles que tuvieron Guzmán y Salguero en el delito cometido.

En la previa a la extorsión, el preso habla con su novia y le pide que lleve al “Gordito” a dejar “un papel” a Rouillón y Seguí. “Llevalo hasta el semáforo. Esperalo en la otra cuadra, que se cruza hasta ahí y le da el papel”, le ordenó.

En un momento, el tiratiros de Los Funes le pide a su novia que el “Gordito” tome el teléfono para luego darle la siguiente orden: “Escuchame. Cuando vayas, (ella) te deja en la esquina y te muestra cuál es. Fijate la puerta de entrada que tiene una ventanita. Golpeale la ventanita. Capaz que está abierta. Y dejale a la de la caja. Tomá, decile. Decile a Feli que se comunique. Es una rubia”.

De la acusación de la fiscal se desprende que una vez que se dejó la hoja amenazante, la dueña de la carnicería se comunicó con el recluso de la cárcel de Piñero, quien exigió el pago en efectivo de 200 mil pesos.

“Me llamó la mujer. Chicharreaba a dos pesos. Soy creyente, me dice. ¿Creyente? Lo mando al Gordito para darte un par de confitazos y fue”, le comenta Guzmán a su novia sobre el diálogo que mantuvo con la víctima. “¿Sabés cómo lloraba?”, finalizó el delincuente a modo de burla.