“Los hombres sabios hablan porque tienen algo que decir, los necios porque tienen que decir algo”, sostenía Platón. “Sé silencioso o di algo mejor que el silencio”, recomendaba Pitágoras. “Desconfío de la incomunicabilidad, es la fuente de toda violencia”, advertía Jean Paul Sartre.

Frases célebres que nos ayudan a reflexionar sobre ese milenario acto, tan simple como complejo, llamado “Comunicación”. Estimada lectora, estimado lector, ya que en este preciso momento usted y yo nos estaríamos “comunicando”, aprovecho la ocasión para comentarle que, más allá de los adelantos tecnológicos y nuevos soportes comunicacionales, aún hay diversos interrogantes de difícil resolución: ¿Existen fórmulas exactas para comunicar algo adecuadamente y lograr nuestro objetivo? ¿La Comunicación es una disciplina científica que debe ser analizada y perfeccionada continuamente, o es un arte que no se enseña en ninguna escuela? ¿Usted cree que los comunicadores poseemos una formación adecuada y desempeñamos un preponderante rol en nuestra sociedad? ¿O, quizá con toda razón, piensa que nuestro oficio es mucho menos útil y productivo que el de dentista o albañil?

Pero mejor basta de preguntas, que para eso ya tenemos bastante con la filosofía. Retomemos ese enigmático verbo denominado “comunicar”, y convengamos en que el contexto siempre es un aspecto vital de toda comunicación. Por ejemplo, solo por citar un público y reciente hecho, la vicepresidenta Gabriela Michetti brindó una entrevista y se enorgulleció de haber despedido a 3500 empleados del Senado, mientras ella disfruta de sus vacaciones en Cariló. Este contexto distó mucho de ser el ideal para realizar dichas declaraciones. Téngalo en cuenta en su vida diaria: si usted desea declararle amor eterno a su novie o polole, es más recomendable hacerlo mientras disfrutan de un bello atardecer a la vera del río, y no manifestarlo a viva voz mientras analizan el precio de los chinchulines en la carnicería.

Me perdí. ¿Dónde estábamos? Ah, en la Comunicación. Días atrás estaba mirando un documental sobre los hombres de Neandertal, que habitaron Europa, Oriente Medio y Asia Central durante el final del Pleistoceno medio. Los Neandertales hicieron uso del lenguaje oral y poseían capacidades cognitivas. Cuando culminó el interesante documental, hice zapping y me topé con la emisión de un programa “periodístico”, donde el conductor alzaba la voz en reiteradas oportunidades para interrumpir un griterío no exento de gruñidos guturales, propios de un Neandertal. La pregunta surge, inevitable: ¿Habrá mejorado la comunicación en los últimos 230.000 años?

En la era de la hipercomunicación abismal de las redes sociales, que acabó completamente con la correspondencia perfumada, camino por la calle y me parece estar viendo personas cada vez más calladas y ensimismadas, encerradas en sus propios (o quizá ajenos) pensamientos. A veces elevo mi vista, deseando divisar una paloma mensajera, pero es en vano. Entonces sigo caminando y empiezo a hablar conmigo mismo, en voz bajita y haciéndome bien el sota, no sea cosa que alguien se dé cuenta y me responda.