Puede ser ante todo la expresión de un deseo, de un anhelo; pero también puede ser un reclamo y hasta un clamor en medio de un conflicto. Y ¿quién de nosotros no desea un poco de paz o toda la necesaria desde una situación de angustia o de violencia cercana? :¡Quiero paz, necesito paz! También para resolver una instancia decisiva, que requiere claridad y serenidad a fin de no equivocar el camino.

Tal vez podamos pensar en la Paz como algo por venir o por cumplirse, cuando la impotencia por resolver alguno o muchos conflictos nos deja sin posibilidades próximas de lograrlo. Lo cierto es que muchas veces esa paz que no vemos dibujarse en el presente, no deja de ser, sin embargo, lo que da forma e impulso a nuestra esperanza.

San Francisco de Asís nos dejó trazadas las estrategias necesarias para que todos podamos ser “instrumentos” y hasta protagonistas de la Paz. En su “simple oración” marcó el camino seguro para conseguirla. Se trata de colocar lo que falta, de provee. lo que escasea: “Donde haya odio ponga yo amor, donde haya ofensa ponga perdón, donde haya discordia, unión…” y la lista sigue.

Un discípulo actual de Francisco de Asís escribió hace pocos años (2015) un libro que describe y amplifica esta oración del Santo y lo tituló: “Estrategias para la paz”. Juan Alfredo Pujol desarrolla en su libro, con profundidad, estos caminos ciertos y eficaces para orientar y acompañar a quienes “no dejan de soñar con un mundo distinto (que son muchos), y que conservan al menos vestigios de esperanza para encontrar la forma de cambiar el curso de los acontecimientos”.

Que esa Paz, deseada y esperada pueda abrirse camino partiendo de nuestros corazones inquietos y encuentre manos y pies dispuestos para construir senderos amigables.