Un estudiante preguntó a la antropóloga Margaret Mead cuál consideraba que era el primer signo de civilización de una cultura. Tal vez el estudiante esperaba que Mead hablara de anzuelos, ollas de barro o piedras de moler. Sin embargo, dijo que el primer signo de civilización en una cultura antigua era un fémur que se había roto y luego sanado. Y explicó que en el reino animal, si te rompes una pierna, mueres. No puedes huir de peligro, ir al río a tomar agua o buscar comida; eres presa fácil de bestias que merodean. Ningún animal sobrevive a una pierna rota el tiempo suficiente para que hueso sane.

Un fémur roto que se ha curado es evidencia de que alguien se ha tomado el tiempo para quedarse con el que se cayó, ha vendado la herida, le ha llevado a un lugar seguro y le ha ayudado a recuperarse. M. Mead dijo que ayudar a alguien en dificultades es "el punto donde comienza la civilización”. (Del libro de Ira Byock “La mejor atención posible”).

Hermosa pista para considerar nuestro nivel de “civilización” en esta difícil etapa de la historia de la humanidad. Nada para discutir y todo para celebrar por “La mejor atención posible” de quienes cuidan de la comunidad, sobre todo del personal sanitario. Como así también ante el esfuerzo de cuidado ciudadano: ¿quién puede calcular cuantas vidas se salvaron por el sol. hecho de estar atentos al cuidado oportuno y necesario?

Sin embargo nuestro medidor se inclina en negativo si observamos, por ejemplo, el impacto demoledor de las “picadas criminales” en vehículos convertidos en “armas mortales”. Aquel “inicio” o indicio de civilización va de la no continuidad al retroceso abrupto; y ya no encontramos palabras para calificar estos hechos, parece que también rompieron, no sólo vidas, vehículos y reglas, sino además nuestro mismo lenguaje que los pueda expresar.

Con el inmenso dolor ante lo irreparable emerge el reclamo de una Justicia que “clausure” de alguna manera esa actitud destructiva. Creo que también nos hace falta reclamar y procurar la Justicia Mayor de que recuperemos humanidad, para que cada persona pueda desarrollar todos sus sueños y posibilidades.