La discusión tiene tantos años como el fútbol, pero se amplifica con el tiempo porque las declaraciones de los protagonistas tienen cada vez mayor cantidad de medios de difusión. Cada frase se reproduce como yuyo y llega a cualquier rincón.

Hay instituciones que preparan a sus futbolistas para afrontar el tiempo libre, que es muchísimo, a los más jóvenes los incentivan a estudiar, les dan cursos y también les enseñan a declarar. A no excederse en las palabras, a ser políticamente correctos.

“Estoy contento primero por el equipo, pero quería decir otra cosa. Primero lo empatamos porque la gente (a los hinchas de Gimnasia) paró de cantar cuando iban ganando 4-2 porque son cagones. Y segundo porque somos Estudiantes. No tengo nada más para decir”, se despachó Leandro Díaz tras el impresionante empate del fin de semana pasado en el clásico platense que empezó ganando Estudiantes, que después dio vuelta Gimnasia y que terminó empatado 4 a 4.

Díaz es tucumano, pertenece a Estudiantes desde 2020 y pasó por Lanús (allí debutó en primera división), Sarmiento, Atlético de Rafaela y Atlético Tucumán, entre otros.

Su vínculo afectivo con Estudiantes es casi nulo, pero eligió la peor forma de quedar en el corazón pincha. Insultó a los hinchas de Gimnasia y también desatendió su responsabilidad. Los profesionales deben hacerse cargo de lo que dicen y lo que hacen porque son un espejo. No pueden desconocer lo que generan. Para ello deben prepararse.

Del otro lado del mostrador, Luis Rodríguez, el Pulga, ex compañero suyo en Atlético Tucumán, sí estuvo a la altura de las circunstancias.

“No es muy correcta la declaración. Lo hizo para quedar bien con la gente de Estudiantes. Mañana lo voy a llamar para ver si pide perdón. Antes que jugadores somos personas, no podemos incentivar la violencia”.

La reflexión del ex Colón desnuda un frente abierto que tiene el fútbol y que las instituciones, todas, deberían atender. Las declaraciones de los futbolistas tienen que ser tan profesionales como su juego. Son referentes de la sociedad que deben atender su responsabilidad aunque ellos no hayan querido ponerse en ese lugar. Y para ello deben ser instruidos.

Los profesionales deben hacerse cargo de lo que dicen y lo que hacen porque son un espejo. No pueden desconocer lo que generan. Para ello deben prepararse

Al día siguiente llegó el pedido de disculpas, pero el primer golpe ya estaba asestado, el error estaba cometido.

“A toda la gente de Gimnasia, a sus socios, les quiero pedir disculpas por mis declaraciones después del partido. Estaba caliente, estaba enojado y tenía las revoluciones a mil… Uno por ahí no se sabe expresar, no sabe qué decir. Me salió eso, pero no quise que nadie se sintiera ofendido. Les quiero pedir disculpas, les mando un abrazo grande y espero que estén bien”, trató de justificarse Díaz sin que su respuesta sea demasiado lúcida.

El clásico rosarino tiene varios ejemplos de esos. El de Santa Fe también, el superclásico también, todos.

Los futbolistas tienen el derecho de ser hinchas del club para el que juegan (no es el caso de Leandro Díaz), por supuesto, pero tienen que asumir el lugar que ocupan.

“Uno por ahí no se sabe expresar, no sabe qué decir”, intentó defenderse el delantero y ahí está una de las cuestiones. En estos tiempos es imprescindible que los protagonistas estén capacitados para enfrentar las decenas de micrófonos que se les acercan y los acosan.

Ni hablar del manejo de las redes sociales, que es un tema en sí mismo.

Sucede también cuando los futbolistas prometen regresar y después no pueden porque muchas veces ni siquiera depende de ellos. No tienen ninguna obligación de retornar, tanto como que no es necesario prometer lo que no se sabe si se va a poder cumplir. O peor, lo que se sabe que es muy difícil que se pueda cumplir. 

No hay necesidad de exponerse porque después los hinchas piden explicaciones y el ídolo que prometió la vuelta termina mirado de costado y denostado por su incumplimiento.

La declaración de Leandro Díaz, en un fútbol serio que cuide sus formas y sea súper profesional, debería recibir una sanción disciplinaria de la AFA y de la institución para la que juega, al menos una advertencia. Por supuesto que no sucederá.

Estudiantes debería disculparse con su eterno rival por el exabrupto de un futbolista que tiene menos de 50 partidos en el club y quiere ganarse a los fanáticos de la peor forma. Quiere lograr con las declaraciones lo que lleva mucho más tiempo con la pelota. Para quedar en la historia de Estudiantes el esfuerzo debe ser mayor. 

Los protagonistas también deben entender que para que uno sea, debe existir el otro. La rivalidad los hace crecer. Pero esa rivalidad no tiene nada que ver con la agresividad ni con el desprecio.

Lamentablemente pasó todo lo contrario. Es más, lejos de lo que corresponde y la cordura, las dirigencias ampliaron la brecha. Y eso es más grave todavía. Es muy peligroso que los encargados de gestionar no estén a la altura de las circunstancias. Tampoco es algo inédito o desconocido en esta comarca, más bien todo lo contrario.

Siempre es bueno recurrir a los talentos para entender.

Pregunta didáctica al inolvidable Negro Fontanarrosa.

-¿Qué representa Newell’s para Central?

Respuesta.

-“Es como el Guasón para Batman: malo, pero imprescindible”.