Todos sabían que podía pasar, pero en el fútbol, mucho más que en la vida, lo último que se pierde es la ilusión. O quizás se trate de esa pulsión futbolera de querer negar la realidad y pensar que todo sucedió para mejor, que el sólo hecho de haber borrado lo viejo para instaurar lo nuevo mejorará las cosas. La realidad fue dura con los leprosos en la tardecita del lunes en el Coloso y transcurridas varias horas del debut con Unión se impone una certeza: será una temporada cuesta arriba para el equipo del Chocho Llop.

La circunstancia de haber sido el primer partido del campeonato obliga a transitar el camino de la paciencia y la cautela. Pero fue tan pobre lo que ofreció Newell's en la primera fecha de la Superliga, que no quedó demasiado espacio para el optimismo.

A contramano de lo aconsejable en el análisis futbolístico, en este caso conviene empezar por lo individual y dejar un ratito de lado lo colectivo. Tomando en cuenta la atmósfera que se respiró en la cancha, es difícil que jugadores como Juan Sills y Joel Amoroso puedan revertir las sensaciones negativas que provocan en los hinchas.

Cuando un futbolista está llamado a intervenir en una jugada y lo único que se espera de él es una gambeta larga sin sentido, un centro a la nada o un pase al contrario, el desenlace parece estar escrito. Los dos ex jugadores de Olimpo, llevados a Newell's por Diego Osella, se mueven hace rato en ese contexto y casi no les queda cuerda para llevar a cabo un acto de rebeldía.

El entorno no es hostil con Víctor Figueroa, pero al volante ofensivo le cabe el mismo análisis que a los dos anteriores. Por lo que se ve en la cancha, ya casi no hay vestigios de aquel jugador veloz, con cambio de ritmo y gambeta rompe-líneas. Hoy Figueroa flota en una nebulosa intrascendente, inofensiva y lánguida, que siempre termina en su sustitución.

La lista de las deficiencias individuales se prolonga en las enormes dificultades de Nehuén Paz para ganar de cabeza ante rivales que miden 30 centímetros menos, la tendencia de Fertoli a tratar de pasar siempre por donde no se puede o la facilidad con la que Guevgeozián cayó en la trampa de los defensores tatengues. Pero conviene pensar que fueron errores propios de este partido, que se pueden corregir con una buena edición de jugadas y con indicaciones precisas del entrenador.

Así y todo, lo más preocupante para el futuro próximo de Newell's es clarificar el plan de juego, determinar si pretende ser un equipo agresivo, con tendencia a adelantar líneas para recuperar la pelota en zona de ataque; o si el perfil de estos futbolistas invita a compactar filas y a salir rápido de contra con la velocidad de Fertoli, Sarmiento y los laterales San Román (el único que pareció tener claro qué había que hacer en ataque ante Unión) y Valenzuela.

Como reconoció el propio Llop, en la superficie quedaron más cosas negativas que positivas tras el estreno rojinegro. Pero en el fondo del recipiente se pueden rescatar algunos salvavidas: la solvencia de Bruno Bianchi (a pesar de su inclinación a revolear la pelota a la tribuna), la potencia de San Román, la movilidad de Sarmiento y Joaquín Torres cuando entraron y el inminente ingreso de Nery Leyes, un volante que le dará más orden al mediocampo y potenciará a Jalíl Elías.

La presentación del Newell's del Chocho fue difícil de digerir, pero fue apenas el debut. El empate (en realidad la no-derrota), el reconocimiento de que hay mucho (casi todo) por mejorar y la creencia de que aquellos que no jugaron serán mucho mejores que los que lo hicieron, invitan a respirar hondo y a esperar el próximo partido.