El 30 de octubre de 1983 Raúl Alfonsín agradeció el esfuerzo y la participación ciudadana, considerándolos factores que garantizaron una nueva etapa para el país. Ese día Argentina recuperaba la democracia luego de siete años y algunos meses. ¿Qué quedó de ese concepto que abrió puertas y caminos, 40 años después? 

Este martes un grupo de militantes y representantes políticos sub 40 se reunió en Distrito Siete, Ovidio Lagos 790, para preguntar y analizar de forma colectiva el camino democrático de Argentina. Lucila De Ponti (Movimiento Evita), Juan Monteverde (Ciudad Futura), Joel Natali (Qué te pasa), Andrés Olavarría en representación de Mercedes Meier (Partido Comunista Revolucionario) y Emiliano Pavicich (Bases Partido Socialista) dejaron sus diferencias partidarias a un costado y dialogaron sobre el pasado, la realidad y lo que aún falta conquistar. 

En 1983 la democracia arrastraba dos promesas: igualdad y libertad. Sin embargo, 40 años después Argentina tiene el 47 por ciento de su población viviendo en situación de pobreza y las desigualdades como las de género siguen sin combatirse. En este sentido, fue Natali, representante de “Qué te pasa” quien rompió el hielo y arrancó por las pálidas: qué le debe la democracia a la sociedad, preguntó y respondió, casi sin espacio a pensar, que la deuda es un nuevo sistema económico que le garantice a un empleado que trabajó durante doce horas llegar a fin de mes. 

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De inmediato, la única mujer en la mesa, recordó el lema alfonsinista “con la democracia se come, se cura, se educa” y continuó con la idea planteada, apuntó que durante años hubo una protección de ese modelo económico heredado de la dictadura. Por su parte, Olavarría y Monteverde fueron por el lado optimista y giraron los interrogantes. Ambos mencionaron las luchas que los pueblos dieron en las calles de Argentina a lo largo de estas cuatro décadas. 

Fue el representante de Ciudad Futura quien citó que "el 80 por ciento de los desaparecidos tenía menos de 40 años. Que nosotros y nosotras podamos estar peleando por lo que peleamos, se lo debemos a una generación que dio la vida por eso. A las Madres, a las Abuelas y a los organismos de derechos humanos”. 

Pavicich, siendo el único sub 30 de los exponentes, fue más allá y rompió con la dicotomía de deudas y deudores, apuntó que “con la democracia no alcanza”. Para él es fundamental pensar cómo se le habla a toda una generación de jóvenes que están descontentos con el presente social y político. 

Mientras la tertulia crecía, las preguntas se profundizaban. ¿Hay una democracia ideal y otra real? ¿Se trata entonces de un proceso que continúa en construcción? ¿Hay lugar para el activismo cívico? ¿Cómo construir un país con las mismas oportunidades si prevalece la desigualdad? 

Monteverde se refirió a dos consensos democráticos: la vida y la libertad. Consideró que esos deberían ser los límites de cualquier batalla política. Pero ese límite se está corriendo: en Rosario la gente tiene miedo de ser la próxima víctima de la violencia narcocriminal. En la ciudad del Río Paraná, estos dos ejes centrales que caracterizan cualquier sistema democrático se violan y ponen en riesgo casi todos los días: esperando el colectivo como Virginia y su mamá, guardando el auto como le pasó a Joaquín Pérez, o pagando los platos rotos de adultos como Máximo Jerez de solo 12 años. 

Al respecto, Natali fue gráfico y citó un hecho que trascendió en los últimos días: la piña que recibió Sergio Berni, Ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires, en las protestas de los choferes de colectivos tras el crimen de uno de sus compañeros. Ese golpe significó para el militante de Qué Te Pasa y muchos otros argentinos la imagen de la derrota y la política acorralada. Entonces, palabras más, palabras menos, la conclusión final del debate fue que la señora de las cuatro décadas necesita innovarse para recobrar fuerzas.

Lo que resulta paradójico es que tantos años después de aquel 30 de octubre, la sociedad demande algo que en el plano político se cree conquistado: libertad e igualdad de posibilidades. Tal vez sea necesario qué, tal como lo plantearon los disertantes sub-40, los representantes del pueblo abran sus oídos a quienes padecen las distintas realidades. Mientras tanto, la pregunta ya está instalada en las calles: ¿Quiénes serán los encargados de devolver la ilusión del ‘83 en un año electoral?