La noticia de la muerte de María de los Angeles Cervigni por covid-19, con 48 años y sin enfermedades de base, enlutó a la comunidad política santafesina esta semana. Y fundamentalmente a sus colegas presidentes comunales. También a su comunidad y al personal de la salud, ya que la mujer también era médica del Samco de su localidad, J.B.Molina, en el departamento Constitución del sur provincial. Su dedicación full time para con sus vecinos y pacientes hicieron que el pueblo la despidiera con aplausos y gran respeto.

Es el segundo caso de una autoridad comunal que falleció por coronavirus en Santa Fe. Anteriormente fue Jorge Rossell (64 años) el 27 de septiembre pasado, quien era el presidente comunal de Godeken (departamento Caseros) y había gobernado durante más de dos décadas.

Ambos casos golpearon el ánimo de quienes conducen las 310 comunas que hay a lo largo de la bota santafesina, localidades de hasta 10 mil habitantes que conforman el 80 por ciento del total de las administraciones locales.

“Las autoridades comunales son las más devaluadas de la política y son las que están en la primera línea con la gente”, admite una de ellas. Es que siempre están en la última fila de los actos protocolares -salvo que sean en su propia localidad- y son los que atienden primero y en persona las demandas de los vecinos.

“Los presidentes comunales estamos solos a la hora de tomar decisiones. Es la verdadera soledad del poder. Uno tiene que resolver rápido y en forma inmediata cuando viene la gente”, apunta. Son el primer eslabón del Estado y a la primera persona a quien los ciudadanos van a demandar, fundamentalmente en los pueblos más pequeños o los más alejados a los grandes centros urbanos.

Quien está al frente de una comuna no tiene asesores ni custodia ni choferes. Cuenta con un secretario administrativo, un tesorero, el personal de planta y debe contratar asesores externos como un abogado o un ingeniero para un trámite o alguna obra en particular.

Las comunas de hasta mil habitantes tienen tres miembros comunales y conduce el que más votos sacó. Aquellas con más de mil habitantes tienen dos miembros más y un poco más de infraestructura. No cuentan con presupuestos millonarios y su principal fortaleza es la coparticipación y el apoyo que consigan del gobierno provincial de turno. Hay comunas que son más fuertes desde lo económico como las que tienen terminales portuarias en su jurisdicción y la recaudación impositiva les permite encarar proyectos propios.

Los presidentes comunales cobran un sueldo categoría 19, unos 50 mil pesos de promedio, más otros ítems como gastos de representación y título universitario. Por lo que la mayoría debe seguir con su profesión o su negocio particular.

Atienden en la sede comunal, pero su principal oficina es su casa donde van los vecinos a tocar el timbre cuando hay una inundación o un problema en el pueblo. Cuando hay una urgencia o un paro de municipales tienen que ser choferes de las ambulancias del Samco, sacar con el tractor algún vehículo encajado en un camino de tierra, o salir a recoger la basura.

Trabajan los 365 días del año, muy pocos se pueden ir de vacaciones. Sin embargo están al frente de sus comunas durante años. Confiesan que muchos pasan varias gestiones al frente ya que los ciudadanos los conocen y valoran sus esfuerzos. Es que las comunas renuevan sus autoridades cada dos años.

Las disputas políticas por una comuna suelen ser muy feroces, casi como las rivalidades que suele haber en los pueblos por los clubes de fútbol o la pertenencia a un costado u otro de la ruta o de las vías del ferrocarril.

Muy pocos hacen carrera política más allá de sus localidades. El último gobernador que había sido presidente comunal fue Antonio Bonfatti quien administró Las Parejas antes de pasar a ser municipio. Son excepcionales los casos que llegan a la Legislatura o un cargo en el Ejecutivo.

Están al frente, también con la pandemia. Y tienen riesgos como cualquiera de los que están en tareas esenciales.