El fútbol siempre tiene una vueltita más. De no tener público a pedir el ciento por ciento del aforo. De cero a 100 en milésimas de segundos, sin escalas.

La Liga Profesional, fogoneada por los clubes de mayor convocatoria, le solicitará al Gobierno la habilitación completa de los escenarios para evitar logísticas que dejarían disconformes a muchos socios y, fundamentalmente, desnudarían la convivencia irreversible de las instituciones con las barras.

Pero, por ahora, desde el 1 de octubre los locales estarán habilitados a completar el 50 por ciento de sus capacidades, eso es lo oficial. Todo puede cambiar de acá a allá, que es nada más que un puñado de días, aunque parece improbable, casi imposible, que se acepte la habilitación total de las gradas. Sí podría extenderse de un 50 a un 70 por ciento.

Unos piden que los socios accedan a una sede virtual, otros anuncian una rotación entre socios e hinchas con prioridad para los primeros y los vitalicios, varios puntualizan en un mayor aforo y la mayoría va detrás de la ola viendo cómo acomodan sus muebles para que el desorden y la injusticia en el reparto se note lo menos posible.

No es fácil desprenderse de las barras, más bien imposible, o en todo caso no depende de los endebles dirigentes que le pelean a la violencia con balas de fogueo

Observado desde afuera, lo más lógico sería que los socios que pagaron religiosamente su cuota sin ningún beneficio durante la pandemia tengan algún privilegio, pero... Difícil que el chancho chifle. Sí sería ridículo y totalmente injusto que esos socios, que sostuvieron a las instituciones durante la pandemia, ahora paguen una entrada.

No es fácil desprenderse de las barras, más bien imposible, o en todo caso no depende de los endebles dirigentes que le pelean a la violencia con balas de fogueo. Y ése es uno de los motivos fundamentales que lleva a las entidades a solicitar la habilitación de la máxima capacidad disponible de cada escenario. “Si no puedes con tu enemigo, únete a él”.

Todavía falta para la ocupación plena en las tribunas de los estadios argentinos

Más allá de que el pedido de la Liga Profesional vaya por todo y, como quedó escrito, probablemente consiga un incremento de un 20 por ciento en el aforo permitido en el primer anuncio gubernamental, que es de la mitad del espacio disponible, la prueba piloto en la cancha de River en Argentina-Bolivia (30 por ciento) demostró que los porcentajes son flexibles y también incontrolables. ¿Cómo habilitar sólo una parte del escenario sin excederse? En el Monumental hubo muchas más que las 21.000 personas permitidas.

El Gobierno va a ampliar el porcentaje de público permitido, pero habrá dos condiciones que en principio no se negociarán: no habrá habilitación al ciento por ciento y se les pedirá “responsabilidad”, ese fue el término utilizado, a los clubes para que se respeten los porcentajes. Se insiste, algo que será muy difícil de implementar primero y muy complejo de demostrar después.

La prueba piloto en la cancha de River en Argentina-Bolivia demostró que los porcentajes son flexibles y también incontrolables

El tenis, el básquet y el automovilismo, aquí mismo en Rosario inclusive, ya demostraron que se puede, pero el fútbol es un mundo aparte. Y se nutre de otras pasiones, parecidas a las del deporte motor, pero exacerbadas.

“Después de ver el partido de la selección contra Bolivia que tuvo un 30% de aforo, pensamos en por qué no podía tenerlo el tenis. El público del tenis es distinto, porque no es como el de fútbol en el que festejás un gol y te abrazás con el de al lado. El público de tenis se sienta y aplaude, no es tan eufórico”.

El concepto de Agustín Calleri, presidente de la Asociación Argentina de Tenis, es bien concreto y exime de mayores comentarios. No es lo mismo el 70 por ciento en el Buenos Aires Lawn Tennis (1.800 personas) que en el inmenso Monumental (50.000).

Faltan muy pocos días para que vuelva el público a las canchas de fútbol, pero todavía quedan demasiados frentes abiertos que necesitan cerrarse para que el anhelado retorno sea lo menos desprolijo posible.

Para más adelante quedará otro desafío: el regreso de los visitantes aunque sea en pequeñas proporciones, pero ese será un reto aún más complejo de abordar.