A mediados de los 90, un grupo de músicas, músicos y artistas de Rosario creaba Planeta X. En aquel gesto fundacional no solo se inauguraba un sello discográfico sino también un modo de entender la producción cultural.

Esa sonora convivencia entre ética, estética, experimentación y diversidad musical tiene en este inusual tiempo un nuevo título: el compilado PXVA 2020. 

Planeta X integra la gran vitrina de los hitos contraculturales de la ciudad, como los movimientos Tucumán Arde y Cucaño o el Movimiento Okupa”, afirma el músico Aníbal Perez a Rosario3.

El artista –cuyo tema “No soy leyenda” integra el compilado– aclara que se “permite” esa lectura amparado en la distancia de quien acompañó los eventos de Planeta X pero no integró el núcleo motor del colectivo.

Cuando Planeta X arrancó, la autogestión era una elección pero también la única posible”

En el diálogo a distancia, Perez también avanzó sobre la autogestión, la heterogeneidad como constante, la posibilidad del “disgusto musical” y el streaming de recitales como una experiencia impuesta por la pandemia pero “no apta para todos los grupos”.

24 x 120


PXVA 2020 es el disco número 120 de Planeta X y está integrado por 24 canciones que firman Klezmer Karaoke Kit, Blunke, EGBA, Dj Cutx, Gina Valenti, Charlie Egg, Irina Cagnin, Lalo And-Rex, Alpha Centauri, Lxs Peces, Luko, Audiodélica, Checho, Mariano Cambiaso, Antena y Juani Favre, P8 y NMR, Martim Arce, MXWK, Martín Arias, Oscar Favre, Rodrigo Jávega, Andrés Mantello, Aníbal Perez y Fer Mariño.

“El tiempo libre y las ganas de volver a emprender un nuevo proyecto juntxs jugaron a favor a la hora de plasmar este nuevo álbum del cual participaron casi la totalidad de quienes son o formaron parte del colectivo editorial”, reseña la información de prensa sobre el compilado “que nació en medio del aislamiento”.

La premisa era “realizar un track o canción “experimental” con las herramientas disponibles en el hogar”. Y la psicodelia “en sus diferentes manifestaciones y estados” hizo hizo el resto.

Un cruce entre ética y estética


“Cuando Planeta X arrancó (1995), la autogestión era una elección, pero también la única posible”, apunta Aníbal Perez sobre esa certeza inicial que acompañó al colectivo contracultural rosarino en el siguiente cuarto de siglo.

Para el músico, las otras dos “elecciones” basales fueron diversidad y heterogeneidad: “Mirándolo a distancia, es más difícil encontrar diversidad en un colectivo artístico donde las relaciones son un poco más narcisistas. Y Planeta X podía congregar personajes muy distintos y, a la vez, trabajar en un sistema eficiente”.

Disgusto musical


A medida que avanzaba la segunda mitad de los 90, con la progresiva extensión doméstica de internet y las primeras redes P2P (peer-to-peer), el acceso e intercambio de música (y otros consumos culturales) iniciaba un nuevo camino.

El monopolio de la producción-distribución-consumo se redefinía. La apuesta por la horizontalidad y el "qué escuchar y cómo" se chocaba con Napster y Audiogalaxy, por citar solo dos nombres.

Hace veinte años, internet estaba en una fase más exploratoria y los grandes conglomerados no habían encontrado la manera de lucrar con la música. Hoy la máquina está muy aceitada"

Hace veinte años, internet estaba en una fase más exploratoria y los grandes conglomerados no habían encontrado la manera de lucrar con la música. Pero hoy me parece que la máquina está muy aceitada: miserias a los músicos y la mayoría, para figurar, tenemos que pagar”, señala Perez.

Con el tiempo, los algoritmos de búsqueda encontraron el modo de naturalizar una oferta "que está condicionada por patrones económicos”.

“Con esos robots obsecuentes que le dicen a uno qué escuchar se pierde la búsqueda genuina. Parece que uno está siempre en un bucle onanista. Creo que también es interesante el ejercicio del disgusto a través de la música”, continúa el entrevistado que sigue consumiendo música con Soulseek (P2P), como "lo hacía antes".

La pandemia y los "nuevos" escenarios


Con las restricciones sanitarias impuestas frente al coronavirus –aislamiento y distanciamiento social obligatorio–, la posibilidad de participar de manera presencial un evento cultural colectivo está pospuesta hasta nuevo aviso.

Con esto, trabajadoras y trabajadores de la cultura encontraron en el streaming una eventual salida artística y económica.

Si el streaming se propone coexistir con los recitales presenciales tendrá que ofrecer algo distinto"

“Si pensamos en la música en vivo, la pandemia terminó de alienarnos. Nos quitaron el encuentro con los otros. Ir a un recital no es solo ver a un músico tocar un instrumento sino todo lo que conlleva ese acontecimiento. Eso, que es muy importante, es lo que nos está faltando: vivir la música con el cuerpo, que sea una experiencia físca”, reflexiona Perez.

Asimismo, “no todos los grupos son aptos. Por ejemplo, un recital de metal extremo, ¿qué sentido tiene escucharlo por los parlantes de la computadora o verlo en un monitor y con pantuflas desde la casa? Creo que es una salida transitoria y edulcorada. Si el streaming se propone coexistir con los recitales presenciales tendrá que ofrecer algo distinto más allá de la comodidad”.

Esta abstinencia física, sin embargo, abre para el entrevistado un regreso "aumentado": “Me gusta pensar que cuando podamos volver a ver shows vamos hacerlo con muchas más ganas”.

Podés escuchar PXVA 2020 en Youtube y Spotify.