Los viernes y sábados de febrero a las 21, en el Teatro de La Manzana (San Juan 1950), se presenta la obra Un día de poder, escrita y protagonizada por Andrea Fiorino.

La “obra íntima de humor trágico”, en palabras de la autora, es parte de la temporada teatral de verano en Rosario. Protagonizada por la propia Fiorino y Mabel Machín, la trama aborda con humor –y reflexión– los 40 años de democracia en Argentina.

Con dirección de David Gastelú y asistencia general de Fabio Sbergamo, Un día de poder se estrenó en la última edición del Festival de Artes Escénicas de Rosario (Faer).

En diálogo con Rosario3, Andrea Fiorino explicó que fue el director de la puesta quien le propuso “montar una obra en formato site-specific, en una casona, con la gente muy cerca”. “De hecho, a gente va a estar sentada en una mesa conmigo, lo cual para mí es bastante difícil, tenerlos tan cerca”, adelanta la entrevistada.

“El argumento de la obra es narrar estos cuarenta años de democracia con humor y tragedia. Por eso le pusimos «obra íntima de humor trágico». Tiene humor, para digerir todo lo que viene sucediendo, pero también tiene momentos reflexivos, por llamarlos de alguna manera. Es un monólogo intervenido por música en el que yo estoy anfitrionando una mesa de invitados. Mi personaje cuenta lo que cree que va a ser una solución a los problemas del mundo y de nuestro país”, continúa Fiorino.

En la escena la acompaña Mabel Machín, “una actriz con la que había ensayado una obra hace treinta y tantos años”, que además es violinista. 

—¿Cómo te sentís en ese rol de dramaturga?
—Últimamente, tengo una dificultad que a veces me juega a favor: me cuesta mucho hacer el texto de otro autor o si alguien me da un texto que me interesa, como fue en su momento El destino de los huesos, de Virginia Ducler. Yo me permití adaptarlo, porque no siempre lo literario es apto para teatro. Hace bastante tiempo que escribo mis propios guiones y este me salió así, como de un tirón, pero porque el concepto que quería David (Gastelú) era muy claro. A partir de ahí, tenía dos o tres ideas. Una es del libro La fiesta de la bomba, de Graham Greene, sobre un hombre que va a una cena a tirar una bomba. Los caminos para trabajar un texto o un guion propio no siempre son iguales.

—¿Cuánto hay de tu historia personal en este guion? 
—No tanto. Crónica de una debacle, la obra que hicimos hace dos años con Claudia Schujman, sí era un biodrama: cómo habíamos atravesado la pandemia los artistas escénicos, al menos en esta ciudad. Ambas contábamos, dentro de la ficción, cosas que nos habían pasado, puntualmente, a nosotras. En este texto, creo que nos identificamos todas las personas de este país, pero no se emparenta con mi vida privada.

—¿La definirías como una comedia negra o una tragicomedia?
—Es más una tragicomedia, aunque tiene cosas de humor negro, que a mí siempre me interesa abordar. En la tragicomedia, me siento como pez en el agua. Me encanta, me gusta mucho. Es un género que me interesa.

—Es una obra en que ponés mucho el cuerpo..
—Muchísimo. Paso por muchos estados. De verdad es un texto que me requiere mucha energía porque tiene muchos momentos muy desopilantes, hablando de humor, y otros muy fuertes, a nivel dramático.

Un día de poder se presenta los viernes y sábado de febrero a las 21, en el Teatro de La Manzana.