La Secretaría de Salud Pública de Rosario destinó 15 millones de pesos en diciembre de 2018 para la entrega de medicamentos en los 50 centros de salud que tiene la ciudad. La cifra representa casi el doble de los 8 millones que había gastado el mismo mes de 2017.

Los datos a los que accedió Rosario3.com abarcan 530 ítems de medicamentos y biomédicos. En cantidades, el incremento promedio es del 10 por ciento pero la suba de los costos oscila entre el 50 y el 100 por ciento según la droga o descartable, como consecuencia de la devaluación.

También aumentaron los pacientes: subieron de 310 mil a 350 mil durante el año pasado. De esos 40 mil (son 10 mil historias clínicas familiares) más de la mitad se explica por la pérdida de empleo y de cobertura médica propia (obra social o prepaga).

Más enfermos que reclaman más drogas, que a su vez son cada vez más caras. Esa es la explosión que llega primero a los centros de salud, los espacios más cercanos para los rosarinos en los barrios. Ese fenómeno tiene, por supuesto, un costo estructural: Salud Pública municipal frena obras programadas y redistribuye esas partidas para comprar insumos, según admitió el secretario Leonardo Caruana. 

Enfermedades crónicas, lo urgente

Las estadísticas pueden ser un punto aislado, un pixel, o una suma de datos que al superponerse ofrecen una trama, una imagen. Aunque esta sea el dibujo de una mueca generada por la crisis económica y social. Hace dos semanas, un informe de la Confederación Farmaceútica Argentina (Cofa) alertó que se vendieron 100 mil medicamentos menos por día en promedio durante 2018 frente al año anterior

Esta semana, hace tres días, economistas del Cepa calcularon que la inflación de las drogas superó el 250 por ciento desde mayo de 2015, con picos de más de 500 por ciento en algunos comprimidos para la hipertensión o cardiopatías, muy por encima de la suba de los salarios y las jubilaciones (la mínima creció 170 por ciento). 

La tercera pata, que ofrece esta nota, es el impacto en la salud pública. Detrás de los miles de medicamentos que las farmacias no venden, hay enfermos crónicos –sobre todo por diabetes, asma o cardiopatías– que sufren un efecto en la salud en el corto plazo. “Al mes o menos que un diabético o un hipertenso interrumpe la medicación se puede descomponer. La reacción se nota enseguida”, afirmó a Rosario3.com el director de los Centros de salud municipales, Fernando Vignoni.

Eso explica lo siguiente. La Municipalidad debió entregar en 2018 un 12 por ciento más de medicamentos para enfermos crónicos que el año anterior. Pero el drenaje de personas que buscan medicamentos en el sistema público es sostenido y la curva es ascendente.

En 2015, la demanda al sistema público creció un 5 por ciento. El año siguiente, otro 6 por ciento. En 2017, 8 puntos más. Y, lo dicho, un 12 adicional el ejercicio que pasó. El acumulado en tres años supera el 34 por ciento. Ya son 80 mil los pacientes crónicos alcanzados.

Sólo por diabetes, los efectores que dependen de la Municipalidad sumaron 1.600 nuevos pacientes. Eran 5.600 en diciembre de 2015 y saltaron a 7.200 en diciembre de 2018. Un incremento de 24 por ciento en tres años. 

La cantidad de comprimidos de Metformina (antidiabético) en ese lapso tuvo un salto del 30 por ciento. Se entregaron 273 mil en 2015, 319 mil en 2017 y 376 mil en 2018. El tratamiento de 60 comprimidos le sale al municipio, que compra a laboratorios públicos, 80 pesos mensuales. En cambio, un particular debería gastar 750 pesos en una farmacia.

Dicho de otra manera, durante 2018 el sistema público dio 57 mil medicamentos para diabéticos más que el año anterior. Son 150 comprimidos por día en promedio que antes no se demandaban.

Cada día, 150 más, solo por diabetes, en un año.

El dolor de una ciudad 

Para el secretario de Salud municipal, Leonardo Caruana, “con las crisis económicas y la vulneración social la sintomatología se agrava y estas problemáticas se agudizan: hay mayores posibilidades de enfermar”. 

“Una persona se queda sin trabajo, después no puede pagar los servicios o los impuestos y se le van sumando cosas y tensión hasta que explota”, dijo Caruana y contó que eso se observa en las guardias médicas.

“Se acercaron muchas personas que perdieron el empleo en los últimos años. Eso se ve en el corredor sudoeste, en la clase media baja, y en el centro de salud Martín, el único del centro”, agregó Vagnoni.

Un rubro menos grave que los medicamentos para enfermos crónicos son los analgésicos. El consumo que suele ser ocasional saltó un 60 por ciento en tres años. Rosario entregaba 88 mil comprimidos de paracetamol en 2015, fueron 112 mil en 2017 y llegó a 140 mil en 2018.

Una definición de paracetamol indica: “Este medicamento es efectivo para bloquear los nervios que transmiten el dolor hacia el cerebro”. Pero solo por unas horas.

Falta de vacunas: “Hay mucha ineficacia”

El secretario Caruana aseguró que además de los medicamentos crónicos y analgésicos “también aumentó el consumo de psicofármacos, por situaciones de estrés y angustia: estas son las consecuencias de las políticas neoliberales y del ajuste”.

“Lo que hicimos fue pedir refuerzos presupuestarios a nivel local. Enlentecer obras para destinarlas a este tipo de insumos. Y también pedir ayuda al gobierno nacional, que asuma los gastos que ha delegado en las provincias y en los municipios. Pero la respuesta fue escasa. En materia de salud Nación se maneja con mucha incertidumbre e imprecisión”, señaló.

Eso mismo, afirmó, se replica ahora con la falta de vacunas. “No se sabe cuándo van a mandar las dosis. El año pasado tuvimos problemas con la de meningitis, este año son seis vacunas oficiales. Hay centros de salud que tienen y otros que no. En el programa de vacunas, que recibimos de Nación, que es quien hace las licitaciones internacionales, tenemos stock cero para reponer a los efectores. Llamamos y nos dicen que no saben cuándo van a mandar. Lo que hay es mucha ineficacia”.