En las redes de los pescadores hay peces recién atrapados del río Paraná. En el interior de esos peces hay pedazos de plástico. Plásticos más grandes y más chicos; son blancos, amarillos y rojos. También los hay invisibles. Residuos de plástico de todo tipo presentes en las aguas y en las costas de Rosario y del humedal que van a parar a los organismos de las aves, los peces y otros integrantes de la fauna local.

Los pescadores que tienen una bajada propia sobre el espigón del Acuario de Rosario, en la costanera norte, frente al Parque Alem, le contaron ese fenómeno a los responsables del lugar. En ese nuevo centro tecnológico y educativo provincial funciona un laboratorio donde conviven diversos científicos, con un vínculo estrecho con los trabajadores del río.

La preocupación de los hombres de las redes coincidió con la de los investigadores, que enseguida lo vincularon con el fenómeno de los microplásticos que se da en todo el planeta. "Es el principal problema de medio ambiente de este siglo", resumió Alexis Grimberg, el subdirector del Acuario.

Tres investigadores del laboratorio iniciaron entonces un trabajo de campo sobre seis lugares de la costa del Paraná en el Gran Rosario. Si bien el estudio está en proceso y las conclusiones estarán terminadas el año que viene, anticiparon a Rosario3.com que hallaron en esos sitios macroplásticos (fragmentos medianos y visibles), mesoplásticos (de entre 5 milímetros y 2,5 centímetros) y microplásticos (pequeñas partículas que se detectan en el laboratorio).

Destacaron que es el primer estudio de este tipo en Rosario (existen otros similares en el país y el mundo). ¿Por qué es tan importante conocer esos datos con precisión?

El estudio

El equipo del Centro Científico, Tecnológico y Educativo “Acuario del Río Paraná” analizó la identificación de plásticos en las costas del rio Paraná, centrados en el Gran Rosario y sobre ambas márgenes.

Tomaron tres muestras de cada uno de los seis lugares elegidos: en la playa del Camping municipal (al lado del Acuario), en Costa Alta (paseo del caminante, cuando el río estaba bajo), en Granadero Baigorria (una playa ubicada antes de la Reserva) en islote de Los Mástiles (detrás del puente a Victoria); en Vladimir (parador que se cruza desde la Fluvial) y un lugar intermedio en la isla, frente a los silos Davis. 

Cuadrantes a cinco metros del río y con 50 metros de largo.

En los seis lugares se encontraron macroplásticos (visibles a simple vista) y mesoplásticos. La mayoría de los residuos son rígidos y provienen de botellas de bebidas, envases y envoltorios de alimentos. En tanto, los estudios de laboratorio necesarios para separar los microplásticos avanzaron sobre dos de los seis espacios y también se confirmó la presencia de partículas diminutas en las costas rosarinas. La totalidad de lo revisado hasta ahora dio positivo. 

Si bien los resultados finales se conocerán en los próximos dos meses, los resultados parciales confirman la presencia de ese problema en la región. “Estos plásticos son ingeridos por las aves y los peces y se les van acumulando en el estómago. Son pedacitos que se confunden con alimento: bolitas de telgopor, pedazos de espuma, de bolsas, de tapitas de gaseosa que se van partiendo y llegan a esa categoría. A los animales eso les da la sensación de saciedad porque no lo pueden digerir, y pueden morir”, señaló a Rosario3.com, María Cecilia Quaglino, una de las integrantes del equipo. 

El trabajo de campo realizado en ambas márgenes del Paraná.

El trabajo se realizó de acuerdo a los protocolos internacionales y fue encabezado por Clara Mitchell, directora del área Acuareológica del Acuario, guardafauna e ingeniera industrial; Victoria Posner, biotecnóloga y becaria en el laboratorio del Acuario; Quaglino, estudiante de ingeniería ambiental y residente en divulgación de la ciencia del centro; y bajo la dirección general de Andrés Sciara (titular del Acuario).

Origen y resultados parciales 

“El análisis de microplásticos es más largo que los otros y requiere un proceso analítico en el laboratorio. Se encuentran filamentos muy pequeños y muchos provienen de la ropa. Nuestra ropa está compuesta por poliestirenos y polipropileno y son tejidos de plásticos en el tejido textil. Cuando lavamos las prendas en el lavarropas, todos esos tejidos se sueltan de la ropa y desagotan en el río. Eso es muy común y abundante”, consideró Quaglino. 

La otra fuente masiva de microplásticos son los productos de cosmética y bellezas. En Argentina no existe una legislación que los prohíba, como por ejemplo en Inglaterra, y se encubre la presencia de diversos tipos de plásticos en exfoliantes y artículos de cuidado personal. El estudio local busca precisar también el origen de esos residuos.

El trabajo en el laboratorio (Alan Monzón/Rosario3.com).

El primer objetivo del trabajo es comprobar de manera científica que existen los microplásticos en Rosario. A partir de ahí, analizarán la cantidad hallada y la concentración. Para eso, coordinan acciones con el científico del Conicet Santa Fe (UNL), Martín Blettler, quien ya realizó un estudio similar en la Laguna Setubal.

El primer paso en Rosario fue hacer el estudio en arenas y seguirán, el año que viene, con vísceras de peces y más tarde en aves. Para Quaglino, uno de los propósitos del estudio es “incentivar a veterinarios que también puedan estudiar este tema” e “instalarlo en la agenda para conocer un poco más de los efectos en flora y fauna local, y hacerlo de forma interdisciplinaria”.

Homo plástico

Además del impacto en la flora y la fauna, los residuos plásticos ingresan a la cadena alimentaria y hasta ahora no fue determinado con precisión el impacto sobre la salud del humano. 

“Los plásticos vienen con un montón de aditivos, en la industria se agregan aditivos químicos para que tengan determinadas propiedades, por ejemplo que no sean inflamables, que sean más resistentes o flexibes. Hace falta generar ese conocimiento. Saber qué tipo de aditivos tienen los plásticos y qué efectos puede tener si uno lo ingiere directamente. Para eso no hay una respuesta, nos gustaría incursionar en ese campo”, aseguró Quaglino.

Los microplásticos se consideran “el mayor problema de contaminación del próximo siglo” porque “tiene efectos que son aún desconocidos y porque no hay una tecnología para filtrar esto del ambiente: una vez que está incorporado, que llega a los cursos de aguas y océanos, no hay una forma de sacarlo de ahí”. 

Un estudio reciente, difundido en octubre pasado, determinó la presencia de microplásticos en materia fecal de personas de ocho países distintos. En marzo de este año, además, otro informe reveló que restos de diversos tipos de plásticos fueron halladas en once marcas de agua envasada de nueve países distintos. La conclusión es que los plásticos ya están en todos lados.

Una bolsa que llegó con el arrastre de la corriente del río desde Chaco.

En Rosario, solo para tener una noción de la dimensión, voluntarios de la campaña “1 Día + Río – Basura” (que lleva más de tres años) juntó en un día más de una tonelada de residuos, la enorme mayoría plásticos.

Quaglino destacó el carácter acumulativo de los plásticos como factor de contaminación. Señaló que tardan hasta 500 años en degradarse por lo cual se acumulan en el ambiente. La alternativa, consideró, es cambiar los patrones de consumo para al menos limitar los alcances del fenómeno.

Mientras tanto, los plásticos de las bolsitas, de las tapas de gaseosas, de los filamentos de las ropas, de los cosméticos, de los miles de caprichos del consumismo ya dieron la vuelta y regresaron a su creador. Los nuevos hombres y mujeres se comen sus propios desechos y el plástico forma parte de ellos.