Hace treinta años que el científico argentino José Mordoh se enfocó en un objetivo: curar un tipo de cáncer, el melanoma cutáneo, con un tratamiento de inmunoterapia que utiliza el sistema inmunitario para atacar las células enfermas. En los próximos meses, el fármaco estará disponible en la Argentina en formato de suero vacunal. Será producido en escala, para el país y la región, por el laboratorio Cassará, bajo el nombre Vaccimel. El doctor José Mordoh –quien lideró el proyecto– es investigador superior del Conicet y jefe del Laboratorio de cancerología de la Fundación Instituto Leloir. En diálogo con el programa A la Vuelta (Radio 2), dio detalles de la primera vacuna argentina contra el cáncer de piel más agresivo. Además, se solidarizó con los rosarinos, ante la escalada de violencia que afecta la ciudad y cerró con un mensaje a favor de la vida.

Se trata de la primera vacuna argentina contra el cáncer de piel más agresivo.

Todos lo felicitan por el logro de la vacuna, pero Mordoh, quien fue discípulo del premio Nobel argentino Luis F. Leloir y, en su juventud, del Nobel francés François Jacob, no pierde de vista la ciudad con la que mantiene el contacto telefónico, en el marco de la entrevista radial: “Antes que nada quiero manifestar mi solidaridad con la ciudad de Rosario, que está pasando un momento difícil. Todo mi humilde apoyo para esa hermosa ciudad y su gente, que tantos talentos dio a la Argentina”, dice en el comienzo, y relata la génesis de una tarea profesional tan constante como efectiva.

Vaccimel: vacuna terapéutica

 

“Este es un desafío que emprendimos hace treinta años. Un camino largo que arrancó de la convicción que en ese momento tenía poca gente en el mundo, de que la inmunoterapia podía lograr algo en la lucha contra el cáncer. Era un momento en el que no se pensaba eso. Nosotros fuimos avanzando en ese terreno, en la idea de que había que hacer una vacuna que fuera terapéutica. Esto significa que no se aplica a las personas para prevenir una enfermedad, sino que está dirigida a quienes ya tienen melanoma y están atravesando las primeras etapas de la enfermedad. Esa es la diferencia –explica– entre una vacuna terapéutica (Vaccimel) y las vacunas preventivas como las que se aplican para la gripe, el covid, etc.”.

En los treinta años que demandó el desarrollo de la vacuna, hubo una serie de etapas que se deben cumplir: diseño de la vacuna, pruebas de laboratorio, pruebas en animales de experimentación y recién después, las pruebas en humanos. Finalmente, en un ensayo clínico que finalizó en 2016, el equipo logró demostrar que la vacuna obtenida era más eficaz que la droga que se usaba en ese momento –interferón– para impedir que aparezcan metástasis. “Metástasis –aclara– significa que una célula maligna que tiene la propiedad de dividirse, viajó por la sangre y se desparramó por el cuerpo. Ahí puede quedar un tiempo hasta que finalmente crece y ahí sí, estamos en problemas todos: pacientes y médicos”.

Cómo funciona la vacuna

 

Vaccimel hace que el sistema inmune se despierte, que reconozca que hay células tumorales diseminadas por el cuerpo y que fabrique elementos para encenderse. Es lo que el sistema inmune tiene que hacer normalmente, pero que en el caso del cáncer (en comparación con una bacteria o un virus) observa el investigador, este mecanismo es más perezoso. Como las células tumorales vienen de la misma persona, al sistema inmune le cuesta diferenciar al amigo del enemigo.

“Es una etapa de aprendizaje lenta, que dura meses, en la que hay que enseñarle al sistema inmune a reconocer las células tumorales como algo que hay que destruir. De entrada, no sabe cómo hacer ese trabajo y la función de la vacuna es enseñarle esa capacidad de distinción. Esa –afirma– fue la parte más difícil de la historia de este desarrollo”.

En relación con las dosis, en total se hacen algo más de diez aplicaciones que al principio se realizan más seguido (una vez cada tres semanas, durante cuatro meses) y luego se van espaciando: una vez cada dos meses durante el primer año; y en el segundo año, como dosis de refuerzo, una vez cada tres meses. Así, el organismo ya tiene las defensas como para impedir que esas células que se diseminaron, sean eliminadas.

Vaccimel, el melanoma y el próximo desafío

 

La vacuna está diseñada para el melanoma, pero no aplica para otros tipos de cáncer. ¿Por qué? Cada tipo de cáncer sale de tejidos diferentes y cada tejido humano, cada órgano, se diferencia del otro, aun viniendo de una misma célula madre, “porque tiene “un traje diferente” (expresa moléculas diferentes, tiene sustancias distintas en la superficie, etc). Entonces, por ahora (ojalá consigamos una vacuna universal) hay que desarrollar cada vacuna para que reconozca el traje que diferencia a un melanoma, del cáncer de mama o del cáncer de pulmón, por ejemplo. El sistema puede ser el mismo, pero hay que hacer un diseño específico para cada tumor”, explica Mordoh.

Estos avances indican que hay que trabajar y que a la ciencia hay que apoyarla.

Agrega que actualmente, están muy ocupados en dar los últimos toques para el lanzamiento que esperamos se concrete en un par de meses. Después, la idea es empezar a probar con diseños de vacunas para otros tumores difíciles de tratar.

La vacuna se produce en escala, para el país y la región,  en el laboratorio Cassará, bajo el nombre Vaccimel.

“Cuando empezamos a trabajar en este tumor, hace treinta años, el melanoma era como el cuco de los cánceres. No había tratamientos disponibles, ni muchos conocimientos, y hoy, es una enfermedad curable. Ese es el gran adelanto. No siempre es curable, pero hay una cantidad muy importante de gente que se cura. Eso de transformar un cáncer que hace treinta años era una pesadilla, en una enfermedad a la que se le puede pelear de igual a igual, es un adelanto muy importante. Eso indica –subraya– que hay que trabajar y que a la ciencia hay que apoyarla. Que todos los conocimientos que se van acumulando en todo el mundo, al final confluyen en eso; en que una enfermedad que era incurable ahora pueda ser curable”.

Detección precoz y quimioterapia dirigida

 

Al margen de la vacuna, el científico apunta que lo más efectivo de todo es el diagnóstico precoz. “Que la gente aprenda a reconocer las primeras etapas del melanoma, a prestar atención a la aparición de una mancha en la piel que cambia de color o que crece muy rápido. Si se detecta precozmente, si uno está atento a eso, con la cirugía se cura en casi el ciento por ciento de los casos. Eso es lo más eficaz”, señala.

En relación con las perspectivas de la quimioterapia en general, Mordoh describió sus limitaciones durante bastante tiempo. “La quimioterapia en general no había dado muchos resultados hasta que se produjo la secuenciación del genoma humano, un desarrollo que duró una década, y nos permitió conocer todos los genes que tenemos en el cuerpo. Todavía no sabemos bien cómo interaccionan entre sí, pero sí sabemos que cada organismo humano tiene aproximadamente veinte mil genes y alrededor de 2010, gracias a este conocimiento, se pudo averiguar que la mitad de los melanomas tienen un gen alterado, y ese gen permitió conocer mucho cómo funciona una célula de melanoma. También permitió desarrollar quimioterapias dirigidas (fármacos destinados a bloquear ese gen alterado). Ese fue un primer gran adelanto. La quimioterapia en general funciona mal en el melanoma, pero estas quimioterapias específicas dirigidas contra un gen específico, funcionan bien en quienes tienen esa alteración. Ese fue el primer gran adelanto que cambió la historia del melanoma”.

El diagnóstico temprano del melanoma es esencial.

El segundo adelanto vino cuando se empezó a conocer más cómo interactúa el melanoma con el sistema inmunológico, cómo lo bloquea y cómo se puede despertar al sistema inmunológico. “Ya se sabe que hay anticuerpos monoclonales que cuando son inyectados pueden despertar al sistema inmune, y ahora estamos en la etapa de las vacunas que funcionan como una campana de alerta que le dice: «Mirá que acá hay algo raro; ponete las pilas”, explica didácticamente.

Al final de la entrevista, que se retroalimentó de las preguntas de oyentes de la radio y felicitaciones para el equipo investigador, el investigador fue invitado a ponerle broche musical al diálogo y no dudó en elegir «Live Is life», canción de la banda austríaca Opus, lanzada en 1984. “Elijo «Live is life» –dice Mordoh– porque aplica para la vacuna y para Rosario también –dice a modo de cierre–: Es un momento para escuchar algo que nos dé un poco de ánimo en la vida”.