El ministro de Desarrollo Social Daniel Arroyo reconoció este martes que "aún con la tarjeta Alimentar, el 22% de los hogares empeoró el acceso a la alimentación, lo que marca la situación social crítica y las dificultades de ingreso", según datos del Instituto de Investigación, Social, Económica y Política Ciudadana (Isepci).  

Durante una conversación con analistas a 15 meses de la implementación de ese programa de asistencia alimentaria, el funcionario nacional citó el relevamiento y explicó que el 22% de los hogares que recibieron esta ayuda se vieron obligados a reducir la cantidad de comidas diarias de los niños y niñas, mientras que el número se elevó a 36% en las familias del mismo estrato social que no accedieron al beneficio. 

Actualmente 1,5 millones de familias cuentan con la tarjeta Alimentar, que otorga $6.000 por mes a aquellas con un niño o niña menor de seis años y $9.000 a aquellas con dos o más.

El monto tuvo un aumento de 50% en 2021, y si bien se mantiene estable luego del anuncio de las nuevas restricciones, el ministerio de Desarrollo Social anticipó que reforzará las partidas de los comedores.

Arroyo convocó a la investigadora de la Universidad Católica Argentina Ianina Tuñón, al director del Isepci Isaac Rudnik y al especialista en Inclusión Social y Monitoreo de Unicef, Sebastián Waisgrais.

Una asistencia insuficiente


Los analistas realizaron una primera evaluación del impacto de la tarjeta Alimentar en la situación de las familias argentinas y coincidieron en que, si bien es una política "importante" que redujo daños entre quienes la percibieron, no es "suficiente". 

La caída de los ingresos producto de la pandemia de coronavirus, sumado a la inflación que se nota sobre todo en los productos de la canasta básica, aparecen como dos elementos determinates en la erosión del beneficio. 

Rudnik se refirió a una encuesta realizada entre septiembre y octubre de 2020 a 20.260 familias vulnerables, que arrojó que el 23% de los hogares que cuentan con la tarjeta tuvieron que comprar menos alimentos, pero el porcentaje fue más del doble (63%) entre los que no acceden a ese beneficio.

Por otro lado, el 22% de las familias beneficiadas tuvo que reducir la cantidad de comidas diarias de sus hijos e hijas, mientras que ese número se elevó a 36% entre los que no cuentan con la ayuda. 

El 60% de los beneficiarios complementa la tarjeta con otras ayudas alimentarias, como las raciones de comedores o bolsones de alimentos. 

"La conclusión principal es que el consumo de las familias está directamente relacionado con la tenencia o no de la tarjeta; se nota claramente la diferencia entre los que tienen o no", dijo Rudnik, para quien hay un universo mucho más amplio de hogares vulnerables que quedan excluidos por no cumplir con el requisito de tener un niño o niña menor de seis años.

"No hay diferencias de ingresos ni de características socioeconómicas, la razón por la que no reciben la ayuda es fiscal; que el Estado tiene una cantidad determinada de recursos para auxiliar a familias", sostuvo.

Ianina Tuñon, de la UCA, señaló que dentro del grupo de quienes reciben la tarjeta Alimentar hay una incidencia de la pobreza mucho mayor al promedio general (42%), en torno al 70%.

En cambio, la indigencia en este grupo es similar al nivel nacional (10,5%), "lo que da cuenta del efecto que pudo haber tenido en la situación de extrema pobreza y mayor marginalidad".

Complementación y uso de la asistencia


Según un trabajo propio de caracterización de la población objetivo de la política, el 60% complementa este beneficio con otras ayudas alimentarias como las raciones de comedores o bolsones de alimentos. 

La especialista también aportó un detalle relevante: quienes cuentan con la tarjeta física destinan sus gastos estrictamente a los consumos alimentarios, mientras que aquellos que perciben una transferencia directa incluyen también otros consumos.

Sin embargo, quienes tienen la tarjeta física registran menos propensión a comprar frutas y verduras, lo que se podría explicar por la falta de posnets en ferias y verdulerías.

Sebastián Waisgrais, de Unicef, destacó que más del 50% de los hogares con niños y niñas de la Argentina fue impactado por alguna medida de protección de ingresos, entre las que se incluye la tarjeta Alimentar, que llegó al 20% de esos hogares.

"Lo que se está logrando es que los que están por debajo de la línea de pobreza no sean más pobres, pero estamos hablando de un grupo poblacional altamente afectado", sostuvo Waisgrais. 

Por último, es especialiste de Unicef advirtió que "hay hogares que están por arriba de la línea de pobreza que no tiene un contacto estrecho con el Estado, pero en el mediano plazo pueden llegar a necesitarlo".  .