La ONG La Higuera lleva adelante una tarea de medicina social en los lugares del país donde más se necesita la asistencia médica. Uno de ellos es el Impenetrable bosque chaqueño, donde trabajan desde hace once años.

La situación se complicó el viernes 22 de mayo, cuando fueron obligados con la policía a alojar en el hospital viejo donde ellos atienden a pacientes crónicos y de alto riesgo, a cinco sospechosos de covid-19, sin contar con los elementos para aislar al resto de los pacientes, ni para protegerse los médicos, ni para realizar los testeos correspondientes.

Según denunció la ONG, el episodio terminó en discusión, aprietes, maltrato verbal y riesgo real de contagio, lo que los llevó a replantearse el proyecto, al menos en ese lugar.

El proyecto y la pandemia

Si bien ya venían trabajando en Chaco, a partir de la pandemia por coronavirus, el Estado chaqueño convocó a los profesionales rosarinos para que se hagan cargo del hospital Nueva Pompeya, situado en una de las zonas más complejas, a 100 kilómetros del Paraje Las Hacheras, donde se aloja el equipo de La Higuera.

Tomaron el desafío con entusiasmo. El gobierno chaqueño les asignó verbalmente, un hospital viejo que si bien pertenece al sistema de salud, está abandonado, y allí empezaron a atender a los pacientes crónicos: diabéticos, obesos, desnutridos, oncológicos y con tuberculosis.

Con recursos propios de La Higuera, personal del área de Desarrollo se encargó de restaurar el viejo hospital, de montar los tanques de agua, de armar una huerta para contar con cocina propia y desde entonces, empezaron a trabajar con equipos de médicos permanentes propios de La Higuera, a los que el sistema de salud de la provincia de Chaco aportó enfermeros, administrativos, personal de mantenimiento y de cocina.

En diálogo con Rosario3, Gustavo Farruggia, médico pediatra, director de la Asociación Civil La Higuera y coordinador del Hospital de Día Rural para pacientes Crónicos del Impenetrable, describió el trabajo que llevaron adelante durante los últimos dos meses y medio.

“Se armó un sistema muy interesante. Estábamos atendiendo a alrededor de cuatrocientos pacientes con cuadros muy complejos, que no se pueden trasladar a ningún lugar, mientras que el hospital nuevo se encargaba de los pacientes agudos. Funcionábamos de 8 a 18, llevando y trayendo pacientes que no podían movilizarse por su cuenta. Es decir que empezamos a cubrir un montón de necesidades que hasta hace unos meses, estaban desatendidas”.

Episodio violento y riesgo de contagio

“Con el tiempo –contó– al parecer eso empezó a generar problemas, porque la gente se mostraba muy agradecida hacia nuestra tarea, y de forma abrupta, el viernes 22 de mayo, el director y el jefe de personal del hospital nuevo, me conminaron de forma violenta a que alojemos en el viejo hospital a cinco pacientes sospechosos de estar infectados con covid-19. Les expliqué que no era compatible alojar en el mismo lugar a pacientes crónicos con sospechosos de covid-19. Y la respuesta fue violenta. Nos agredieron verbalmente, nos presionaron con la policía y nos impusieron que vayamos a controlar a los pacientes sospechosos de covid-19, que venían de Buenos Aires, eran asintomáticos y tenían que hacer la cuarentena”.

“Paralelamente, durante cuarenta y cuatro horas y junto a cuatro enfermeras que fueron afectadas por la dirección del Hospital Nuevo, controlamos clínicamente, por razones éticas y legales, a esas cinco personas aisladas con posible infección por covid-19. Lo hicimos a pesar de manifestar nuestro desacuerdo de hacerlo en ese lugar y en ausencia de las condiciones indispensables y las medidas de seguridad para el equipo profesional al que se exponía a riesgo de contagio. Y luego de esas cuarenta y cuatro horas, el jefe de personal, sin ser médico ni estar a cargo de los pacientes, decidió dar el alta del lugar sin cumplir el protocolo y las normas establecidas”, afirmó Farruggia.

“Se nos informó que por decisión del jefe de personal y técnico radiólogo, los cinco pacientes procedentes de Buenos Aires, se retirarían del hospital, sin la más mínima consideración para con los  profesionales que estaban a cargo de su control. Tengamos en cuenta que si bien uno arrojó resultado negativo, restaban hacer cuatro hisopados que descarten definitivamente a los otros”.

“Debido a esto, como profesionales expuestos a casos probables, ahora debemos realizar la cuarentena obligatoria o que nos realicen el hisopado correspondiente. Más aún sabiendo que estamos frente a la atención directa de los pacientes”, señaló Farruggia.

“Tuvimos que abandonar el hospital. Los pacientes quedaron allí a la deriva. Otro médico y yo nos quedamos dos días más para intentar alguna gestión a través del rector de la UNR, Franco Bartolacci, con el Ministerio de Salud e Chaco e incluso, con el gobernador, pero no lo logramos. Así que tuvimos que optar por irnos del lugar y ahora volvimos a La Hacheras. Estamos totalmente quebrados –dijo Farrugia–. Por la gente que volverá a estar desatendida y también por el equipo que se había formado. Entendemos que es una cuestión relacionada con el manejo del poder, que se puede percibir pero preferimos no meternos en eso porque nosotros somos médicos y nos dedicamos a la atención de los que más lo necesitan”.

Esta semana, el director decidió que una parte del grupo regrese a Rosario por cuestiones de seguridad, mientras que él permanecerá en el lugar junto a otros profesionales y evaluará si es viable la continuidad del proyecto, en esas condiciones.

La Higuera

Es una asociación civil sin fines de lucro nacida en la ciudad de Rosario en el año 2003 dedicada a la medicina social y el desarrollo comunitario en comunidades rurales y aisladas.

Con el aval de la facultad de Ciencias Médicas y el Colegio de Médicos de Rosario, brindan atención a niños, niñas y familias en el Impenetrable Chaqueño, una de las regiones más pobres del país sin acceso a la atención básica, en forma complementaria con el Estado.

Allí, desde La Casa de la Salud Rural en el Paraje Las Hacheras, desarrollan el Programa de Salud Rural Comunitaria y crean el Centro Nutricional y Desarrollo Materno infantil.

En Rosario, en el marco de la Escuela de Salud Rural, Social y Comunitaria, con sede en el Centro Don Laureano, trabajan en la formación permanente de profesionales para su  intervención en las poblaciones rurales más alejadas y necesitadas del país.