El coronavirus teje historias y el distanciamiento acerca a las personas. Sin conocerse personalmente, Analía y Mariana son dos mujeres que durante la pandemia forjaron un vínculo: una es médica, la otra paciente. Más allá de lo profesional, quedaron unidas por la trascendencia que significa dar y recibir un trato humanitario en medio de la hostilidad que también se contagia alrededor de los enfermos de covid-19.

Mariana se enfermó de coronavirus después de una racha de 20 días sin casos en Rosario. Recibió mensajes en los que se condenaba a ella y a su familia de esparcir el virus, usaron fotos de su perfil de Facebook y hasta le desearon la muerte. En ese contexto, escribió un descargo en esa red social en el que expresó su profundo malestar. Fue ahí, entre palabras cargadas de dolor y enojo, que rescató el nombre de Analía.

Rosario3 le consultó al respecto a Chumpitaz, desde hace 12 años al frente del Sistema Municipal de Epidemiología (Sime) creado por Hermes Binner. “Desde que se inició la pandemia, se ha generado lo que la OMS llamó «infodemia». Este exceso en la información es tan nocivo como la falta de la misma y contribuyó en gran parte a la estigmatización y discriminación de las personas con covid 19 o incluso de aquellas en riesgo de contraerla”, planteó.

“Desde el primer paciente con covid-19 en el mes de marzo, tuvimos que poner todo nuestro esfuerzo, en comprender el sufrimiento que esto ocasiona en estas personas  y sus entornos”, señaló. Es que a los dolores físicos y a la incertidumbre que causa padecer esta enfermedad, se le suma la discriminación y el hostigamiento de un grueso de la población.

“Escuchamos sus relatos y vimos, cómo fueron marginadas, culpabilizadas e incluso perseguidas en algunos casos: desde vecinos queriendo echarlos de los edificios o la colocación de drones en sus ventanas, la publicación de fotos de sus familias en las redes sociales, datos personales en muchos casos falsos circulando en los medios”, describió sobre lo que Mariana y su familia vivieron en carne propia.

Chumpitaz aseguró que debido a estas reacciones adversas, tuvieron que desarrollar una doble tarea: construir confianza con los pacientes para implementar los aislamientos y definir con ellos conductas terapéuticas, y “desactivar en la medida de nuestras posibilidades esas situaciones que les ocasionaban angustia”. En este sentido, consideró: “Es clave la empatía, ya que al entender que podemos ser nosotros o algún ser querido quien esté en esa situación, podemos acompañar mejor a las personas afectadas y el proceso terapéutico es compartido”.

Luego, observó: “También pudimos ver cómo en algunas ocasiones, con pequeñas intervenciones, se lograba revertir la situación de discriminación y los vecinos se ponían a disposición para comprarles alimentos, para difundir información oficial y solidarizarse con los que debían aislarse” y concluyó: “La clave es comprender que todos somos parte de este problema: es una enfermedad nueva para todos, la incertidumbre la tenemos todos, y las soluciones están en manos de todos. Hay diferentes niveles de responsabilidad, pero eso no implica que perdamos la humanidad”.

Ponerse en el lugar del otro

Mariana dio negativo en el último test de coronavirus que le hicieron. Ya restablecida, vela por la salud de sus padres y su abuela, internados actualmente tras contagiarse, al igual que ella, su hermano, su esposo e hijo. La experiencia que vivió como paciente de covid-19 fue sumamente traumática y en medio del estruendo que significó saberse enferma ella y sus seres queridos y agraviada en redes sociales, la voz de Analía Chumpitaz fue el remanso necesario.

“Me llamó para decirme que el test había dado positivo, me dijo que conservara el contacto, que ése era su número personal y que la llamara cuando lo deseara”, contó la mujer a Rosario3. A las dos horas llegaron los primeros mensajes de Whatsapp intimidatorios y con ellos, un nuevo llamado de la doctora. "Me dijo que estaba al tanto de todo, me aconsejó no tener contacto con medios, que no vea nada. Me contuvo, me hizo sentir que era una persona y que realmente le importaba lo que me pasaba. Profesionales hay muchos pero no todos se ponen en el lugar del paciente. Ella sí”, destacó y aseguró que saberla a disposición fue la clave para poder sobrellevar el terrible momento que estaba atravesando.

Mariana y su familia fueron atendidos en el sistema privado y es por eso que insiste en poner el foco en la dedicación que le prestó Chumpitaz. También se refirió al secretario de Salud, Leonardo Caruana, quien gestionó la posibilidad de que sus padres y su abuela pudieran ser internados en el mismo centro médico. “Son profesionales de primera pero mejores seres humanos. Están en todos los frentes. Ocupados y preocupados por brindarte lo mejor clínicamente pero también están para contenerte y darte apoyo. Para escucharte. Son personas que merecen ser conocidas y reconocidas por lo que están haciendo en la cuidad. Son fuera de serie”, expresó.