Ar Zinc, más conocida en la región como la ex Sulfacid, supo ser una de las empresas emblemáticas del cordón industrial, incorporada a la firma internacional Glencore en 2005. Fundada en la década de 1950, fue la única fábrica de zinc electrolítico de Argentina y la segunda en Latinoamérica. En 2016, cerró sus puerta dejando a 400 trabajadores en la calle. Pero no fue el único lastre que dejó: bajo tierra, en gran parte de las 50 hectáreas que ocupa el predio que hoy es un gran esqueleto, yacen los residuos tóxicos de la vieja producción de la firma. Las napas de agua están contaminadas y los lugareños aseguran que ahí ya ni siquiera crece la gramilla.

En un informe especial que el periodista Daniel Amoroso presentó este jueves en De 12 a 14 (El Tres), se pueden observar los restos inertes de una fábrica que fue fuente de producción y trabajo en décadas anteriores y que hoy es un foco de contaminación. Glencore tiene denuncias por producir focos tóxicos en otras provincias del país y también por evasión. 

Hace cuatro años que Ar Zinc ya no produce. Hay movimientos dentro de la propiedad y hay quienes aseguran que hay traslado de estructuras y material, pero lo que queda a la vista es poco. Es un predio imponente de 50 hectáreas, que comienza en la Ruta 11 y termina en el río Paraná. Desde el aire, el predio parece una maqueta con viejos esqueletos, calles deshabitadas y la sombra del abandono.

El veneno viene con el agua

Noelia y su familia tienen su casa pegada al predio de Ar Zinc, en Fray Luis Beltrán. La mujer observó los primeros efectos de la toxicidad en el agua de pozo que llegaba a su vivienda, hasta que descubrió los efectos devastadores que ya residen en su cuerpo. “Nosotros empezamos con el tema del agua, que no hacía jabón, se cortaba sola”, comentó a El Tres. 

“Después empezamos a ver que cuando el viento venía del lado del río, y esta fábrica estaba trabajando, no podíamos dejar nada afuera porque se llenaba de ácido”, confió Noelia, mientras sostenía en brazos a su pequeño hijo.

“Me hice análisis y me salió que tengo arsénico en la sangre. La médica me preguntó si vivía cerca de Ar Zinc y yo le dije que vivo al lado, no tengo otra opción, obviamente iba a estar contaminada”, describió con angustia y resignación.

Otro vecino del predio apuntó que “en la tierra no crece la gramilla ni los yuyos, al costado del tapial lindero no van a encontrar lombrices ni nada vivo porque está todo contaminado”. Y planteó que “al estar contaminada la tierra, también están contaminadas las napas de agua”.

Destapando ollas en el cordón

A medida que el tiempo pasó, Ar Zinc comenzó a ser desguazada. Esa situación despertó el interés de la asociación civil Equística, que presentó una acción de amparo para frenar los movimientos en el interior de la empresa y tratar de llevar a cabo un cierre responsable. La finalidad, según confiaron los responsables, es resolver el pasivo ambiental con el asesoramiento de científicos.

El bogado de Equística, Sebastián Farina, indicó que “lo primero que hicimos fue investigar si había algún plan de cierre por parte de Ar Zinc que estuviera aprobado o en ejecución y no tuvimos ningún tipo de respuesta”.

“A raíz de eso, hicimos un amparo para que se determine el grado de contaminación que existe o pueda existir con el fin de neutralizar todo daño al medioambiente”, continuó el representante legal de la organización. Y luego sentenció: “La intuición que tenemos es la peor, si no, no estaríamos haciendo esto”.

Pero la luz de alerta no se limita solo a Ar Zinc. “Tenemos en carpeta un montón de medidas investigativas a lo largo de todo el cordón, porque a medida que vamos levantando tapas de ollas, nos encontramos con cualquier cosa”, confió el abogado.

Cuarenta y siete cruces

El testimonio más crudo, como siempre, viene desde adentro. Daniel Santillán, del Sindicato de Trabajadores de Industrias Químicas y ex empleado de Ar Zinc y representante gremial, recordó que tuvieron “problemas de compañeros contaminados con arsénico, con plomo, con cadmio. Todo esto controlado por nuestros médicos, tenemos documentación fidedigna”.

Acerca de la participación del Estado para hacer cumplir los controles, el gremialista respondió: “Fue muy baja, porque no nos olvidemos que esto tiene que ver con el poder económico y ellos incidían de esa manera sobre el poder político”.

“Nosotros no trabajamos con dulce de leche, trabajamos con productos químicos de alta toxicidad. Y quien diga que un producto químico no contamina, está mintiendo”, sentenció.

Santillán remarcó que “la empresa está siendo derrumbada, implosionada, la van a dejar a terreno pelado. No nos olvidemos que nosotros trabajábamos con ácido sulfúrico, con plomo, con cadmio. Y todo esto tenía su radicación en el suelo y ahí es donde fallaron los controles del Estado”.

Con conocimiento de causa, el químico afirmó que “Petroquímica Bermúdez todavía tiene parte de su basura tóxica enterrada en el predio de Capitán Bermúdez. Pasa lo mismo con lo que era Colpal”. Y añadió que “lo raro y lo triste de todo esto, es que se instalaron empresas en un suelo que está contaminado”.

El sindicalista volvió a tocar el tema de los precarios controles: “Solamente hacían audiometrías para ver si tenían más o menos ruido, pero lo que iba para el cielo o para la tierra, nunca jamás hicieron las inspecciones como corresponde. Y esto lo digo desde mis 40 años de químico, en el gobierno que sea”.

“Cuando hacíamos las denuncias, nos decían que éramos los zurdos del cordón industrial. Nosotros teníamos 47 compañeros por cáncer”, reveló.

Santillán advirtió que “quien quiera instalarse aquí como un emprendimiento inmobiliario, es comprarse una muerte en cuotas. Todos los desperdicios químicos de Ar Zinc están en la tierra y en las napas”.

“Si quieren plantar un arbolito acá, seguramente no va a crecer, tendría que ser un árbol de plástico. Es toda tierra química la que hay acá”, finalizó.

La campana del Estado

Los funcionarios de Medioambiente de la provincia no están de acuerdo con las propuestas de Glencore: “Presentaron un plan de cierre parcial, no completo. Ese plan fue cumplimentado, por lo menos los informes técnicos nos dicen eso”, aseguró Guillermo Carro, de la secretaría Legal y Técnica del ministerio de Medioambiente de Santa Fe.

“A nuestro juicio quedaba pendiente el informe sobre uno de los temas más importantes, que es el tratamiento definitivo de los depósitos de jarosita, que es el residuo peligroso que producía Ar Zinc y anteriormente Sulfacid”, concluyó.