Suspense, artesano, polémico, fetichista, moderno, genio, voyeur, maestro, perverso, sensible, creador de formas, clásico. Narrador y mirón metafísico. Tanto más. Hitchcock invade al cine todo. Su oronda figura se proyecta sobre el medio que sus películas ayudaron a construir y delinear. El cine no puede ser sin Hitchcock. No hay manera de pensarlo sin él. Así de fundante es. Algunas de las mayores películas de la historia son suyas. La cámara hitchcockiana espía a través de ventanas que descubren crímenes y secretos íntimos. En la pantalla y en quienes miran. Seguramente por eso, no hay quien no desee mirar una película de Hitchcock. Para hundirse en un remolino, en una espiral. Entrar a su territorio es saberse al acecho de alguna transgresión. Luego habrá que cargar con esta falta. Sostenerla, cuanto se pueda. Y redimirse. ¿O castigarse? En todo caso, reconocerse en la gran pantalla constituye un fenómeno tan intenso como la vida misma. Dilemático, profundo. Y profundamente entretenido.

Se encuentra abierta la inscripción al Taller de crítica de cine “Hitchcock compacto” dictado por Leandro Arteaga en la Facultad Libre.

El cursado consiste en 4 encuentros: 18 y 19 de octubre, 1 y 2 de noviembre, los días viernes en el horario de 17 a 19 y los días sábados de 10 a 12hs.

Más info: facultadlibre.org